Las mantas se enroscaban en el cuerpo del Damián y el viejo reloj movía sus manivelas muy lentamente con un mínimo chirrido que demostraba que sus días de brillo se encontraban muy atrás en el fluir del tiempo. El momento de gracia se acercaba muy lentamente lo que conllevaba un gran esfuerzo del destartalado aparato que se encontraba en una peligrosa odisea contra sí mismo a favor de comunicarle el amanecer al demacrado detective; con mucho esfuerzo movió sus manecillas en un chirrido tan irritante que Damián lo libró de su sufrimiento antes de la meta. «Y ahí va mi viejo reloj, que aguante que has tenido desgraciado» pensó acomodándose a los pies de la cama, Las seis am nunca habían sido fáciles en Merlo ya que la niebla le daba algo de angustia y el frío se colaba por la ventana trizada de la cocina, sin duda era la peor tortura de la condenada rutina a la que se enfrentaba sin ningún tipo de cambio frente a cada alba. Con paciencia buscó su ropa para luego dirigirse al modesto cubículo que el gerente del complejo de departamentos llamaba baño, casi un dos por dos, lo que generaría una horrible experiencia a cualquier claustrofóbico. Buscaba fervientemente cualquier forma de distraerse sin éxito cada mañana en esa asquerosa letrina. Observaba el fragmento que le faltaba al espejo para recordar la peor recaída de su vida lo que generaba un extraño sentimiento de nostalgia a la idea de darle un fin a todo esto. Buscó torpemente la maquinita de afeitar como para empezar la semana mínimamente decente o al menos aparentar que no se había escapado del cajón, no aún, al menos; dicha travesía no dio frutos pues la cuchilla dio señales de existencia al final del botiquín, toda corroída por la humedad. Sin mucho por lo que objetar se acarició su desgreñada barba con falso cariño «deberé aguantar esta protección invernal unos días más» bromeó en su cabeza mientras se dirigía a la puerta para encontrarse con su fiel transporte y poder desayunar, lo cual era lo único que necesitaba en ese momento para conseguir las fuerzas de las cuales carecía. El bonito Fuego se encontraba esperándolo, pero era tan impuntual como su dueño pues esa mañana como si lo poseyera el cansancio le costó unos cuantos minutos arrancar lo que hacía notar que no solo el reloj y el auto estaban en las últimas, pues sus nervios también.
Condujo por el camino correcto unos cuantos metros, pero se encontraba en una discusión interna sobre si visitar a Inés o no, se preocupaba por ella pero en mayor medida era el miedo a que alguien fuera a intentar hacerle algo, desde hacía días no había visto a Sandra y no tenía ganas de verla ya que esa mujer solo era un problema andante en ese momento, no obstante Damián no se encontraba yendo a la comisaria últimamente pues pasaba la mayoría del tiempo vigilando a la niña de noche y pasando algunas tardes intentando levantarle el ánimo ya que recuerdos pesados le transmitía su delicada silueta y la mirada esperanzadora que poseía y el plus de la terquedad no hacía más que aumentar una extraña visión de un pasado distante, no sabría decir si el cansancio o la nostalgia la volvía a materializar frente a él «Tina...» repercutió en el ese eco roto que tan bien conocía, de cabello rojizo y cachetes pecosos fue capaz de divisar una niña en el asiento de copiloto quien no lo miraba pero era capaz de sentir como lo juzgaba solo con su presencia; esa cabellera roja se encontraba toda revuelta como si de un pequeño arbusto se tratara y para Damián era demasiado duro de percibir, no decía palabra pero le comunicaba tanta tristeza a la vez, él era capaz de sentirlo. Se sentía tan real otra vez, negó con la cabeza un par de veces cuando, para su desgracia, el aparente fantasma soltó una dulce risa, ni siquiera alcanzo a pensar que pisó el freno con todas sus fuerzas de forma instintiva, el mar de emociones que lo inundó fue tan intenso que perdió el juicio por unos segundos e intentó agarrarla de los hombros. Inútilmente, porque al tener ese momento de debilidad el espectro desapareció, jugando con el cual bufón en la corte real lo que realmente fue un golpe bajo incluso para él. Visiblemente enojado golpeo dicho asiento y levantó la vista lentamente como si los parpados fueran de metal y las ojeras de bronce. La vista era simple y cruda, ante él se encontraba una plaza de barrio típica y especialmente el viejo Renault se encontraba a la altura de los columpios del lugar lo que provocó un golpe emocional más duro, se quedó recalculando unos momentos bajo el semáforo unos segundos y esto provocó el obvio descontento de los autos tras del al momento que el rojo cambió.
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Tenebris Lilium
Mystery / ThrillerDamián Andrea es un detective frustrado enfrentado por las imágenes del pasado y los misterios del presente. Ante un juicio moral interminable recibe la supuesta oportunidad de enmendar sus errores, pero la ciudad de Merlo no pone las cosas en bande...