"Naranjas"
Nada.
Absolutamente nada.
Eso es lo que siento en estos momentos.
Estoy a unos cuantos pasos de la única biblioteca con la señora Rogers limpiando el escaparate junto a los libros de ficción, romance, fantasía, etc. Abundan. Dando a entender que tenían una gran cantidad de ellos.
Más haya estaba la increíble tienda de chucherías de Ryan. Un veinteañero de baja estatura algo despistado, muy gracioso en realidad.
Cruzando la callé visualice un cartel que decía:
"Por la compra de dos paquetes de Zarzamora ¡lleva el tercero gratis!".
Cruzando la callé esta el puesto de frutas del señor y la señora Wittier. Vendían frutas a montones, nunca hacían falta sus manzanas predilectas para un buen pie. Junto a ellos estaba su hijo Xander que cargaba unas cajas repletas de naranjas. Luego estaba el menor de los Wittier, Kyle, con su patineta feroz, empujó sin querer a su hermano haciendo que este tirará el contenido de la caja y todas las naranjas recién traídas del huerto hayan rodado por el pavimento hasta topar con la callé continúa.
No pude evitar reír, pero al darme cuenta que estaba armando un escándalo, lamentablemente recordé como estaba y todo rastro de diversión se borró de mi rostro.
Cerré los ojos fuertemente esperando a que las lágrimas que querían escapar de mis ojos se detuvieran pero un escandaloso ruido me despertó.
Marcus tenía la chaqueta de cuero llena de naranjas y brazos cargados de ellas, con una pierna algo estirada en el aire mientras cerraba los ojos esperando el impacto del Toyota negro de Sally Cox, una rubia despampanante con curvas demás.
- ¡Diablos Gache! - Grito Sally algo exasperada asomándose por la ventana del Toyota negro - ¿Qué rayos te sucede?.
- Lo siento Cox, eran las naranjas o yo - Habló el recuperando su postura anterior mientras le daba la espalda para depositar las naranjas en la caja junto a Xander y Kyle.
Antes que que la señora Wittier le dijera una que otra cosa a Sally Cox, ella ya había pisado el acelerador dejando una pequeña nube de humo, casi como en las películas.
No tenía palabras para lo que acababa de suceder pero lo único que me importaba era ver a Marcus recolectar esas esferas con un toque agridulce.
Por mucho que el señor Wittier quiso castigar a Kyle, no podía, ellos eran muy buenos, además de atentos y no conocían la palabra no.
Luego de unos minutos agradeciéndole, los señores Wittier le dieron a elegir alguna fruta a Marcus por su ayuda pero el sólo aceptó una pequeña manzana verde que disfruto durante un tiempo hasta que dirigió su mirada hacía donde yo estaba situada y en ese instante mi corazón paró.
Mal chiste.
Pero no podía dejar de mirar en mi dirección, me sentía feliz, plena y algo en mi interior no paraba de dar brinquitos de emoción y locura.
Se despidió de la familia Wittier, mientras miraba a cada lado antes de cruzar y corrió hacía mí, no lo podía creer, alce los brazos para abrazarlo y fue inevitable que las lágrimas de felicidad brotaran de mí, mientras la realidad me golpeaba. Pasó junto a mí sin si quiera mirarme.
¿Qué podía esperar?.
Traté de calmar me pero era inútil.
Volteé a verle y lo que vi me ¿enfureció? ¿entristeció? ¿algo? No lo sé.
Pero Marcus estaba con el.
Con el hombre del Híbrido azul.
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No digas adiós
Ngẫu nhiênChristina era una chica extrovertida, sobresaliente e inteligente. Podía citar los más increíbles versos de libros y/o poemas en un santiamén si se lo preguntabas y si no, también lo hacía. Su pasión era la literatura, había leído cientos de libros...