"Las Sally's"
Samantha
¡Mierda!
¡Mierda!
¡Mierda!
¡Y más mierda!
¿Por qué no pueden ser más puntuales?
Si tuvieran aquí esto no habría pasado.
Se suponía que Caleb, Marcus y yo nos encontraríamos en el Café de Mary a las doce de la tarde, pero al parecer no han dado ninguna señal de vida.
Ya he llamado a sus celulares y he colapsado su buzón de voz, inclusive no he parado de mandarles mensajes de texto a cada uno.
¡Pero nada!
Ahora, tengo ha Lucinda o como mejor dicho ha Sally 2.0; la nueva empleada de Mary y también la chica a quien le acabo de tirar una bandeja llena de platos.
Lamentablemente, mi capuchino saldrá más caro de lo que pensé.
De pronto el sonido de la campanilla sonando en la puerta, da avisó de que alguien ha entrado, me da esperanza de salvar mis bolsillos. Ha entrado alguien y apostaría todos mis ahorros a que fueran esos dos.
Pero, como era de esperarse, soy la primera el la lista negra del karma y las únicas en entrar por esa maldita puerta eran las plásticas de Sally y su tercer secuas, Sally 3.0 o Ashly.
Veo de reojo como se acercan, haciendo resonar sus tacones de quince centímetros ha paso rápido. Lucinda les sonríe, mientras nos hace una seña para a acercarnos a la barra junto a la caja registradora.
Increíble, me avergonzará frente a ellas.
Malditas.
Me dejo caer en el asiento frente a Lucinda con mi ceño levemente fruncido y sé que esta tratando de aguantar las ganas de reírse de mí.
Las Sally's toman asiento a cada lado de mí regalando me sonrisas falsas al igual que sus extensiones, mientras cruzan las piernas con suma lentitud y sé con certeza que si bajo una pulgada la mirada, veré su maldita ropa interior y de verdad no necesito de eso.
-¿Cómo estas querida Sam? -Pregunta Sally con una sonrisa de oreja a oreja mostrando su reluciente dentadura perfecta.
-¿Por qué no mejor le preguntas a Lucinda? -Le regalo una sonrisa cínica, que hasta me atrevo a decir, soy mejor actriz que ella.
Dirige su mirada hacia Ashley, mientras hace una mueca de disgusto que trata de borrar con una sonrisa a un más grande la anterior.
-¿Qué sucedió? -Pregunta Ashley con su horrorosa voz chillona, pero a leguas se nota que no esta feliz y al apreciar a la rubia de mi lado, esta que hecha fuego por la nariz.
-Pues, acababa de terminar mi Capuchino cuando sin querer tropecé con Lucinda y tiré la bandeja repleta de platos que traía en la mano -Explico, señalando la caja registradora con una no muy contenta y algo asustada, Lucinda -. Ahora, vengo a pagar por el accidente que tuve...
-¡Que va! Claro que no lo harás. - Se adelanta Sally, codean dome un poco .- No es tu culpa Samantha, fue Lucinda quien no estaba atenta por donde iba. Tú no tienes porque pagar por lo platos rotos. Lucinda lo hará por ti - Carga una mirada asesina a la pobre chica que tiene enfrente. Esta solo agacha la cabeza por vergüenza - ¿No?
Lucinda solo asintió en modo de respuesta.
En ese instante quise decirle un par de cosas, ¿Qué se creía? No podía tratar a las personas así y menos a ellas que se supone que son sus amigas. Pero, el sonido de la campanilla de la puerta interrumpió mi monólogo interno dejando a la vista dos chicos totalmente exaltados.
Cuando Marcus y Caleb por fin me encontraron caminaron a paso rápido, apartando cuidadosamente a las personas que se le cruzaban.
Para ser franca, estoy aliviada de que estuvieran aquí.
Apenas estuvieron a metros de mí se dieron cuenta con quien estaba y quisieron sacarme cuanto antes de allí. Sabían que no estaba feliz. No lo estoy.
Caleb tomó mi mano, mientras se despedía con una leve sonrisa de disculpa hacía las Sally's, al igual que Marcus, pero este último estaba raro y lo más sorprendente es que no le podía sacar la mirada de encima a Cox.
En cuanto salimos de la cafetería lo único que se me cruzaba por la cabeza era abofetear sus caras una y otra vez por dejarme plantada y más con esas oxigenadas.
-¡Ratas inmundas!
-¡Te amamos!
-Tienen cinco segundos...
-Samantha - Marcus se ir guió derecho con el pecho en alto y optando una posición más seria -. Lo sentimos pero ya no somos unos niños.
-Dos... -Dije despreocupada preparando me para correr - Tres...
-Sam, por favor - Suplicó Caleb con un destello de terror en los ojos.
-Cuatro...
Se miraron entre si sabiendo que no tenían más remedió, entonces, empezaron a correr.
A correr de una chica que no es no la mitad de ellos.
-¡CINCO! -Grite a todo pulmón, mientras salía tras ellos para arrancarles la lengua - ¡CORRAN! ¡TAL VEZ SE QUEDEN SIN DESCENDIENTES!
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No digas adiós
RandomChristina era una chica extrovertida, sobresaliente e inteligente. Podía citar los más increíbles versos de libros y/o poemas en un santiamén si se lo preguntabas y si no, también lo hacía. Su pasión era la literatura, había leído cientos de libros...