GOLPES DE TINTA

12 11 0
                                    

Poco a poco, impacto tras impacto, su rostro tomando color y en sus ojeras empieza a pintarse una galaxia.
Sus pómulos, afilados, se manchan con tonos rojizos, hirientes, descompasados con el blanco color de su piel, también estropeada por pequeños lagos de un turbio tono violeta.
Sus fosas nasales, presionadas por sus llantos jadeantes, desembocan su dolor mudo mediante un espeso río de sangre, cuyas gotas se van acumulando lentamente entre su labio inferior y superior, permitiendo así el poder probar el sabor fuerte a óxido e inhalar el débil olor a tragedia.
Todo acaba cuando  deja caer su cabeza hacia el suelo, chocando su sién contra éste, y el rojo líquido cae desde las comisuras de su boca hacia abajo, creando un pequeño charco en la baldosa.
Es entonces cuando su mirada, apagada y perdida en no se sabe dónde, es iluminada por unas parpadeantes luces rojas y azuladas.
Solo su cuerpo casi inerte podía notar las subidas y bajadas del dolor, o como su peso era arrastrado cogido por sus brazos quebrados, dejando sus talones chocar contra el suelo.
Ni siquiera él sabía si despertaría, y era lo que más lo asustaba de todo.

SOLAMENTE PERSONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora