COMA

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En la noche más fría de invierno, aquella en la que el blanco de mi rostro se combinaba con el de la nieve mediante el reflejo de un helado ventanal; tuve el sueño más cálido; y sentí como si fuese el mismísimo sol, calentando un gélido espacio infinito.

Soñé que los golpes de fe, sonaban como una bala escurriéndose por el cañón de una pistola que no apuntaba a ninguna parte.

Creí percibir un fuerte olor a menta, proveniente de la mata de hierba y flores que dejó crecer en su corazón alguna  persona desesperada que caminaba contando las estrellas a la vez que sus exhalaciones, ansiosa por saber si los pulmones que posee en sus costillas son realmente suyos.

A través de mis adormilados párpados juré ver las esquinas de un círculo, y tus dedos separándose de los míos, arrebatándome el único tacto que sentía con gusto, y lo único que quise mantener junto a mientras estaba en esa fría camilla, escuchando gotas romperse en mil pedazos al pie de la ventana.

Soñé con salir de ese ambiente tan blanco e inexpresivo que mi mente había creado durante mi noche fría de invierno, la cual había estado viviendo dormida hacía tres largos meses; sin notar nada más que el aire entrar por mi nariz, el sabor óxido de mi propia sangre durmiendo en mi boca, como tus labios, los cuales separaste de tal que una enredadera de una pálida pared.

Esa noche creí no sentir dolor, mi ilusión rondaba el pensamiento de no poder oler nada más que la vida, de no poder saborear nada más que la vida...

Juré haber escuchado unas ruedas deslizándose unos centímetros debajo de , y haber sentido un nuevo aire azotar mi cuerpo, y este a su vez mi alma.

Soñé que mis pestañas superiores e inferiores dejaban de abrazarse y que mis pupilas se dilataban ante algo de luz.
Creí soñar que por fin veía el techo que estuvo aguardándome durante tanto tiempo frío...

SOLAMENTE PERSONADonde viven las historias. Descúbrelo ahora