Capítulo Ocho

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Él era guapo, pero con mi gorro lo era más.

Sonreí por eso y él elevó una ceja.

—Agradezco lo del gorro, pero ¿tú no tienes frío? —preguntó y negué rápidamente, haciendo que mi cabello se desordenara.

Él llevó su mano para tomar un mechón de mi cabello. Me puse nerviosa al instante.

—¿Qué ocurre? ¿Tengo algo? —pregunté.

Él negó con la cabeza.

—¿Lo has teñido?

—No. Ni quiero hacerlo.

El castaño sonrió levemente y soltó el mechón que había tomado.

—Me gusta.




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