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Capítulo 4

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Irene llamó a la puerta de mi habitación cinco minutos después de que Amber se marchara, pasó a avisarme que habían comprado algo para cenar. Jaxon volvió a  esconderse sin molestarse en disimular su descontento al tener que entrar debajo de la cama, sin embargo, pude notar cierta pizca de diversión en su mirada, como si disfrutara de esta extraña situación en la que nos encontramos. 

Salgo de mi habitación dispuesta a ir por la bolsa de comida que las chicas han asegurado dejar en la mesa, al pasar por la pequeña sala, no dudo en darles una mirada a ambas para confirmar que se encuentran viendo televisión y me alegra notar que se despegarán de ella por un buen tiempo. Están viendo una maratón de las películas de Harry Potter.

—Jaxon, soy yo, abre. —susurro cuando regreso, una miradita rápida a las escaleras me confirma que todo luce despejado en la segunda planta y deseo que así sea por el resto de la noche. 

Jaxon parece dudar por un momento y se toma su tiempo antes de abrirla, en cuanto lo hace, entro y vuelvo a colocarle seguro. Le hago una seña hacia la bolsa que traigo en mano y me ofrece una sonrisa, como no tengo un lugar donde ambos podamos comer, coloco la bolsa en el suelo antes de sentarme y hacerle una seña para que se siente a mi lado.

—¿Puedo hacer una pregunta? —dice observándome colocar los vasos y el contenedor desechable con la comida dentro, en el suelo.

—Claro. —respondo, él se sienta frente a mí.

—¿Crees que estarás en problemas por mi culpa?

Una diminuta mueca aparece en mis labios. Ni si quiera quiero pensarlo.

—No lo sé, quizá si tenemos suerte, las chicas pueden irse en cualquier momento a sus habitaciones y logremos sacarte de aquí antes de que mamá llegue.

—¿Qué hay de tu padre? —Su pregunta me toma desprevenida, no soy buena ocultando mis emociones del todo. El tema de mi padre es algo sobre lo que evito hablar con la mayoría de las personas, en especial con las que apenas conozco, pues es demasiado personal. Sin embargo, de alguna forma termino dándole una respuesta.

—Murió.

No tengo intención de ser grosera, pero mi respuesta sale tan brusca que espero no ofenderle.

—Lo siento —dice con una mueca—. ¿Qué le sucedió?

No debería sentirme molesta por el hecho de que este preguntando algo tan personal sin conocernos, y sé que tiene la mejor intención cuando pregunta, sin embargo es un tema difícil, así que me quedo callada por un largo tiempo, limitándome a servir comida para ambos en los platos que he traído conmigo.

—El sufrió un accidente en el terremoto del verano antepasado —digo— era ingeniero, estaba construyendo un puente y creo que no habían puesto bien los pilares —hago una pausa— se derrumbó sobre él y un par de trabajadores.

El vago recuerdo de ese incidente viene a mi cabeza y tengo que tragar con fuerza el nudo que se ha formado en mi garganta. Recordarlo es como si reviviera ese viejo y feo acontecimiento de nuevo y la sensación de cólera regresa.

—Lo siento mucho —murmura apenado por haber preguntado, le toma un tiempo volver a hablar—. Recuerdo ese día, fue uno de los más difíciles para el país, mucha gente murió a causa de aquel terremoto. Realmente lamento lo de tu padre, debió ser devastador.

—Gracias, supongo.

Fue más que devastador, papá era el pilar de la casa y la persona más cariñosa que había conocido en mi vida, lo extrañaba todos los días e incluso había noches en las que me cuestionaba porque tuvo que haber estado allí el día del terremoto. 

Una noche royalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora