Vuelo

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Hice las maletas y me dirigí al aeropuerto.

No tenía claro mi destino, así que al llegar miré los vuelos.

Había uno a París, la cuidad del amor. Otro a Roma, otra.

Pero el único billete que me podía permitir era ir...a Bronx.....un barrio peligroso de Nueva York. PUTA BIDA.

Tenía pensado ir a otro barrio después de aterrizar allí (no sé como un avión puede aterrizar en un barrio).

Subí al avión y me senté.

Me vinieron unas ganas enormes y exageradas de mear.

Me levanté y fuí al baño.

*PsSSHhHHhhH, PsSssSSHHhhhH*

Acabé y fuí al asiento. Solo que había un problema;

Ni puta idea de dónde estaba.

Empecé a andar sin rumbo disimuladamenre, esperando encontrar mi butaca.

Ah, ahí está, detrás de la cortina-pensé.

Abrí la cortina y estaba la sala de las azafatas.

No penséis que estaban estirando las piernas y echándose Trombocid, como en el anuncio, por que no.

Tijereta por aquí y tijereta por allá. Imaginaos, ¿cuántas azafatas van en un avión? ¿20? No sé, lo he dicho a boleo.

Pues eran número par, cada una numerada con la otra.

Se quedaron mirandome. He dicho que eran número par, pues no, dos chicas se apartaron y dejaron al descubierto a una señorita haciéndose dedillos. La pobre no tenía pareja para una perfecta tijereta.

Me llamó con el dedo índice (recién sacado de su vagina) indicándome que me acercase.

the changes of the lifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora