Capítulo sexto

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EL VIAJE había durado unas tres horas, y todavía no estaban cerca de su destino. Akaashi estaba inquieto, como era de esperarse cuando se está próximo a un gran acontecimiento. Para canalizar sus energías, y de paso despertar el clamor refulgente del corazón dormido de sus hombres, hizo lo que mejor sabía hacer: recitar. Lo hacía impecablemente. Con su librito de cuero siempre a la mano, soltaba versos, discursos, mezclaba estrofas y autores y añadía líneas de su propia invención. Su voz llenaba de emoción cada sílaba que pronunciaba, sus ademanes reflejaban el talento de un orador experimentado. Tenía el don de inspirar a las masas; no por nada era el líder de esta gente.

Uno de los poemas que pronunció, decía así:

De nuevo quieren manchar

Mi tierra con sangre obrera

Los que hablan de libertad

Y tienen las manos negras.

Los que quieren dividir

A la madre de sus hijos

Y quieren reconstruir

La cruz que arrastrara Cristo.

Quieren ocultar la infamia

Que legaron desde siglos,

Pero el color de asesinos

No borrarán de su cara.

Ya fueron miles y miles

Los que entregaron su sangre

Y en caudales generosos

Multiplicaron los panes.

Ahora quiero vivir

Junto a mi hijo y mi hermano

La primavera que todos

Vamos construyendo a diario.

No me asusta la amenaza,

Patrones de la miseria,

La estrella de la esperanza

Continuará siendo nuestra.

El poema estaba incompleto, extraviado en los anales de la Historia.

Mientras hablaba, papeles se desprendían del cuaderno de cuero. Las hojas estaban amarillas, y algunas de ellas eran ilegibles, borradas por el paso del tiempo. Goshiki tomó una de estas hojas, y leyó:

Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor.

Cuando terminó de leer, preguntó a Akaashi:

—¡Akaashi-san! ¿Quién escribió esto?

—Puedes tomarte todo el tiempo del mundo y buscarlo en la base de datos, pero nunca lo encontrarás —respondió Akaashi—. Porque ellos se han ocupado de borrarlo de la Historia. Siguen siendo necios: quien olvida la historia, está condenado a repetirla. Igual puedo asegurarte, que desde su propia patria censuraron a este señor.

La Máquina de ser Feliz | Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora