Sólo, temblando, bajo el frío de la noche se precipitan los anhelos de una vida mejor, así es como José Antonio con doce años recorre las mal olientes veredas, topándose a veces con los que antes ostentaron el poder y ahora viven en el exilio, ningún rostro le es conocido por consiguiente prefiere caminar callado entre cada una de las almas heridas de gravedad. En el pasado muchos de aquellos hombres lograron huir del mal que se aproximaba haciendo sus vidas llevaderas en otro país, los que optaron por quedarse sufrieron de persecución, represión hasta minar su moral de lucha atacando no solo sus ideales sino también sus hogares, familias y amigos, quebrando el corazón de los emprendedores, dividiendo en primera instancia luego arrojando codicia hasta sembrar amargura y tristeza. Bajo el crepitar de la lluvia camina el joven e infructuoso José Antonio, sin futuro prominente que alcanzar más que el de poder sobrevivir un día más, viendo con temor los rostros iracundos de aquellas personas que buscan propasarse de él en todo momento, eso lo ha vuelto un joven desconfiado, había aprendido el arte oscuro de robar para poder sobrevivir lo que lo llevo a los bajos fondos, obligado por el hambre que le acosaba a diario a librarse de diversas artimañas para poder sobrevivir en un mundo hostil al cual pertenecía, pensando que lo conveniente para él era el no haber nacido, jamás imagino que todo cambiaría tan rápido, sus comportamiento era el de un adulto, no se comportaba con un adolescente de su edad estuvo obligado a la mugre de la vida nocturna. No faltaba quien se aprovechará de los hijos de la calle, ahí estaba Juan Domingo controlando las diferentes vidas de las comadrejas como solía llamarles a los niños.
El gran poder que José Antonio albergaba en su seno salvaría la nación, empezaría los cambios tan pertinentes para instaurar un nuevo orden, una lucha entre el bien y el mal estarán a las margenes de la sociedad. Aquellos que escasamente se ven obligados a ver con anhelos los tiempos antes vividos ahora sabrán que en el corazón de José Antonio se podrá salvar a los futuros beneméritos hijos de la patria.
Todo empezó una noche donde José Antonio rompería el yugo que le ataba a Juan Domingo su dueño por derecho de nacimiento (según él), él le obligaba a trabajar a deshoras haciéndole ver y sentir como una vil alma rastrera. Las calles que antes brillaron rebosantes de alegría ahora son el estado fallido de una lucha por los derechos humanos, esas antiguas veredas dejan claro la decadencia en la que se encuentra el país en ellas solo hay abandono y desorden, los pocos habitantes que aún transitan se ven obligados a actuar en su propia defensa armándose en la ausencia de sus gobernantes, por el miedo, la sociedad se hizo muy inhumana cada día les importaba menos, el derecho a la vida entro en debate sobre todo por aquellos que suponían tener la razón sobre la verdad.
–Eres mi comadreja favorita –dijo una voz cavernosa.
–No, no lo soy... –grito José Antonio.
Tirado en el suelo de rodillas llorando lleno de ira e impotencia descubría en su interior una fuerza incontrolable, cerrando su puño y golpeando el suelo una y otra vez. Juan Domingo le había abofeteado arrojándole al piso causándole un gran daño a su rostro cortándole un poco sobre la ceja derecha brotando de él sangre cubriéndole la mirada por completo de rojo oscuro. Levanta su cabeza mirando orgulloso presionando sus dientes fuertemente, a su alrededor los otros niños se acercaban haciendo un circulo dejando en el centro al orgulloso adolescente que palidece ante las ordenes de su dueño que le trata como a un perro. Haciendo de tripas corazón se levantó sin dejar de mirar al hombre que hace un momento le había abofeteado. Una brisa fría recorrió el lugar, estaban reunidos en el galpón abandonado de costumbre. Aún no era el momento, era muy joven para saber lo que podía o no hacer con su gran fuerza.
–Déjele en paz –soltó un voz desde lo lejos.
–Manuelita no te metas –grito José.
–No te dejaré solo.
–Niña estúpida, no te metas o también te daré tu bofetada –hizo un ademán con la mano abierta amenazando–, para que aprendas.
A decir verdad las cosas nunca fueron fácil para ellos así que por más que Juan Domingo intentaba someterles asustándoles, golpeándoles para humillarles causándoles dolor, esta vez no lo lograría estaban cansados del infinito tormento al que se sometían a diario en manos de ese falso dueño. Giro un poco su cuerpo y camino hacia Manuelita los demás niños presentes escasamente solo podían mirar, el miedo les paralizaba, un par de pasos mas y estaría cerca de ella, levanto su mano nuevamente para abofetearla, José Antonio corrió todo lo rápido que sus extremidades inferiores se lo permitían trataba de proteger a su compañera, se dio cuenta que no podría alcanzarla y se arrojo sobre Juan Domingo en un intento desesperado por darle un poco de tiempo a ella para que huyera, el empujón que causo José obligo a Juan Domingo a ir al suelo sin remedio.
–Por favor... ¡huye...! –grito José–, ¡huye...!
–¡No...! –grito ella segura de si misma.
Con una habilidad única de un contorsionista giro en suelo y se levanto para seguir corriendo y ayudar a Manuelita a escapar, el plan era huir juntos de aquel mal hombre, cuando alcanzo a Manuelita sobre ellos estaba Juan Domingo, levanto la mano logrando golpear en el rostro a Manuelita que era dos años mayor que José enviándola al suelo sobre un charco de barro. «Estúpidas comadrejas creen que pueden simplemente huir de mí», grito Juan Domingo. José Antonio no tuvo tiempo de reaccionar cuando ya ella yacía llorando sobre el charco de barro. Los ojos de José normalmente eran de color verde, pero; en ese momento cambiaron a un rojo oscuro, Juan Domingo se percato de aquel cambio quedando sorprendido, confuso por lo que estaba viendo, la mirada del adolescente era otra, a su en derredor aparecía una especies de aura oscura que solo podía ser vista por Juan Domingo las piernas de él quedaron clavadas al suelo como si estuviesen pegadas con cemento, sorprendido por el cambio de aquellos ojos e inmóvil a causa de una extraña e irracional fuerza sintió como un golpe le asestaba en la cara, aunque no había un hombre cerca, sentía claramente como un puño dislocaba su mandíbula enviándolo a varios pasos lejos de los niños, no había nada frente a él pero la presencia que acababa de sentir era la de un hombre. Intentando recuperar su postura vio como el adolescente yacía frente a él, pero como pudo ser, como le golpeo si era tan solo un niño, y lo peor como lo ha hecho si ni siquiera se ha movido de ahí, sólo esta parado callado con esos ojos rojos.
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Ojos Rojos
AdventureBajo el crepitar de la lluvia se desarrolla la vida del valiente José Antonio Palacios, un joven que junto a Manuelita desvelaran la verdad de Los Infructuosos al mundo entero con la ayuda de El Santo quien le enseñará las virtudes de la vida. Una h...