PARTE DOS

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La chica en su hombro, a pesar de estar en ese costal, pataleaba todo lo que podía y con su lengua intentaba apartar la tela que le impedía hablar, hasta que por fin lo logró.

— ¡Bájame ya! ¡Es una orden, maldito pirata rufián!— exigió.

— Ay princesa, tan tiernamente grosera que es.—detuvo su andar a mitad de las grandes escaleras, recargando el costal en la pared y abriendolo, dejando ver las facciones furiosas de la chica.—Yo soy la autoridad de ésta tripulación.— le acarició el mentón mientras con su otra mano sacaba una pequeña flor púrpura con puntos blancos y lo movía de un lado a otro debajo de las fosas nasales de la muchacha.

El olor era adictivo, cautivante y placentero para su olfato, sin embargo, poco a poco se fue haciendo menos consciente de su alrededor, dejando como última imagen los ojos verdosos del pirata y su varonil rostro cubierto de hollín en la zona de los ojos, antes de caer desmayada en sus brazos.

— Bien.— volvió a amarrar el costal por encima de la cabeza.— así dejaras de fastidiarme tanto.— la posó sobre su hombro y acomodando los labios dio un fuerte silbido que puso en alerta a todos los piratas dentro del castillo.

Enseguida corrió hasta la ventana más cercana, donde afuera, aún estaba la carroza que se había robado. Saltó en ella y esperó hasta que Plagg, saltando de la misma ventana, se acomodó y tomó las riendas para mandar a los caballos que comenzarán con la huida.

Mientras los caballos aumentaban su velocidad, Nino y Max corrieron detrás de ellos y se apresuraron para llegar y que el capitán les ayudase a subir a la parte de carga.

Por las otras calles rocosas y de tierra, los demás piratas andaban de vuelta al muelle y subir todo el botín a su preciado barco.

Entre risas, empujones y ayudándose los unos a los otros, subieron todos los barriles y cofres llenos de oro, robados desde el castillo. Y hasta el final, subió el capitán, cargando con él su propio tesoro.

~•~


La princesa Marinette comenzó a abrir los párpados poco a poco. Su vista al principio fue borrosa, solo viendo manchas cafés y sintiéndose como si su cuerpo flotara. Eso le llenó de mareo y una inconformidad, buscando enseguida sentir el piso y sentirse segura.

Pero su mano quedó flotando al sacarla de un lado y no tocar nada. Abrió los ojos enseguida y llevo su mirada a dónde estaba su mano, tan solo para asegurar que efectivamente si estaba flotando.

Se incorporó y se dió cuenta que estaba sobre una hamaca, usando su mismo camisón, solo que unas partes manchadas de hollín.

Fijó su vista a los alrededores y absolutamente todas las paredes, techo y piso eran de madera. Había un extraño escritorio del mismo material pero con adornos de oro y sobre éste una vela apagada y protegida con una jaula de cristal, una brújula, una larga y negra pluma junto con un bote de tinta, y un hueso enrome todo roñido sin carne; la silla parecía a la de un noble al igual que los demás sillones ahí; en la esquina un barril con papeles largos y enrollados. Se acercó a la puerta, que tenía un gancho en el centro superior y de él colgaba un abrigo negro.

"Debe ser del capitán". Pensó Marinette.

Con sus dedos tanteó la puerta de madera y encontró un pequeño agujero, que con un ojo logró ver la luz intensa del sol por afuera. Un olor fuerte a pescado y sal inundaron su nariz y su ojo le ayudaba para tratar de identificar a aquél pirata que la raptó. Pero lo único que logró captar fue a otros distintos piratas que se les veía alegres mientras cantaban y chocaban sus vasos y uno que otra copa de oro de las cuales escurría vino tinto. Se escuchaba el sonido de una armónica y otro de un acordeon, enseguida cambiaba el panorama por otros diferentes que bailaban con joyas colgando de sus cuellos y usando anillos de diamantes.

Trésor Divin  [AU MLB +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora