PARTE CUATRO

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Sus besos le indicaban lo tierno que estaba siendo con ella, y la suavidad en sus caricias solo aportaba más seguridad en su decisión.

— ¿De verdad que quieres ésto, Princesa?— otra vez, sus miradas se conectaron, dejándose llevar en la profundidad de esos ojos verdes con las pupilas dilatadas.

—  ¿Por qué lo preguntas tanto, Chat? — Ella acarició su pómulo con su pulgar.

— Porque soy un pirata rufián y ruin. No soy digno de ti por más que lo deseara.— declaró en voz baja y suave.

— Eso lo decido yo, Chatón.— le dio un casto beso. — Y es que ya caí a ti.

Ante aquella confesión, Chat Noir ensancho su sonrisa y se abrazo a su cuerpo.— Te quiero princesa. Y a partir de ahora voy a darte todo lo que mereces. Todo lo que desees.

Ella acarició sus cabellos y sonrío tiernamente. — Ahora lo único que quiero es a ti, mi Capitán.

Él la miró de nuevo. — Cómo ordene.

La pasión que se había apasiguado de manera momentanea, no tardo en regresar a ambos. Con las manos de aquel hombre que abrían más las piernas de la joven, rozó la punta de su pene contra el clitoris de ella, sacando ligeros gemidos que lo excitaban de más.

— Dime si te llega a doler. — el pirata soltó un suspiro de placer cuando introdujo su glande en su cavidad.

La princesa cerró los párpados con fuerza  y con ambas manos apretó los bíceps de él, por la nueva sensación.

A pesar de que Chat estaba yendo muy despacio para no lastimarla, su respiración era agitada y un pinchazo de dolor le indicó que ya estaba llenándola por completo.

— Ay, espera... — susurró para después morderse el labio inferior.

— Tranquila. — se recostó sobre los codos para estar más cerca de su delgado cuerpo, pero sin aplastarla. — Todo está bien, pequeña. — le dio besitos que iban desde su frente hasta su cuello.

— ¿Ch-Chat?

—Dime, princesa. — la miró a los ojos.

— Pu-edes continuar.— dijo tratando de controlar su respiración.

Éste solo le respondió con una tierna sonrisa y un beso lento en los labios; comenzó a moverse despacio, ahogando pujidos que salian de los labios de la doncella, pero se sintió más en confianza cuando aquellos ruidos ya eran inconfundibles gemidos cargados de placer.

Se despegó de sus labios para poder escucharla y tener una mejor visión de su rostro blanquecino con un sonrojo surcando por las sutiles pecas en sus mejillas.
— Mi amor, ¿puedes abrir los ojos para mi? Quiero verte. Y quiero que me veas, solo a mi.— rogó el joven pirata a lo cual ella se lo concedió.

Mientras él la embestia ella acariciaba con una mano su rostro y con la otra acarició su espalda, y se topó con varias marcas y cicatrices por toda esta. Las tocó con delicadeza, pero vio que él negaba con la cabeza.
— No te distraigas con cosas que no vale la pena saber.— Ella de cierta forma hizo caso y siguió inmersa en el acto que estaban llevando a cabo.

Después de un rato, sus cuerpos pedían más y no se detuvieron sino hasta que él llegó al clímax, derramandose en ella, y segundos después ella terminó, gimoteando, arqueando su cuerpo y arañando un poco la espalda del muchacho.

Los dos terminaron con la respiración agitada y relajando sus cuerpos de golpe. — ¿Todo bien, mi princesa?

— Si, mi amor. — dijo ella. Chat Noir los giró a ambos para poder descansar después de haber hecho el amor.
Ella se recostó sobre su pecho y lo vio cerrar los ojos para poder reposar.

Trésor Divin  [AU MLB +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora