Capítulo 3

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Aún no estaba muy seguro de lo que hacía, y mucho menos de lo que podría suceder. Lo único que sí tenía claro es que acababa de salir de mi apartamento tras haberme arreglado un poco, con aquel papel que me dio Rayan hace unos días en la mano.
Sabía que mi destino se encontraba comprometido con el cliente del Cosy Bear Café, a decir verdad nunca pensé que una persona como él estuviera realmente interesado en mí. Es un poco extraña su actitud hacia mí y espero que Clemence no se dé cuenta, ya que siempre que viene al café actúa de una forma extraña hacia mí. A decir verdad, a veces me da un poco de "grima". Es por eso que no estaba seguro de lo que me disponía a hacer.
Después de tomar un par de autobuses urbanos y caminar un poquito más, casi llegaba.
El lugar en el que me había citado con Rayan era nada más y nada menos que su casa que, según mi teléfono, era la más grande de toda la urbanización en la que se encontraba, la cual era conocida por sus lujosas casas. Estaba claro que no cualquiera podía costearse vivir allí, y la verdad es que aunque parezca algo estúpido -o no- había ido allí por ser precisamente ese lugar. Era obvio que si la dirección fuera un callejón o algo por el estilo iba a ir quien yo me sé.

Al fin llegué al lugar. Al ver que la entrada para coches estaba abierta, pasé por allí. Recorrí un agradable jardín de rosas rojas hasta que llegué a la entrada de aquella especie de majestuosa mansión de lujo en la que debía de vivir. Tragué saliva y sin más rodeos piqué al timbre, que hizo sonar una cancioncita. En poco más de unos segundos sentí que alguien había tras la puerta, y al abrirse ya pude ver que era Rayan.

-Llegaste sin problemas.- dijo alegre mientras hacía un gesto para que pasara.

-¡S-Sí! Con permiso...

Aquella casa era fascinante por fuera, y por dentro lo era muchísimo más. Recorrimos un vestíbulo y llegamos a un amplio salón minuciosamente ordenado y con muchísima luminosidad, ya que una de las paredes era un enorme cristal que daba a un jardín trasero. Allí parecía haber una piscina y un estanque.

-¡Su casa es preciosa!- dije sin dejar de mirar a mi alrededor.

La combinación de colores, los cuadros de las paredes, el suelo, el techo, los muebles... ¡Todo me fascinaba! Es algo que una persona como yo jamás he imaginado que podría llegar a tener.

-Me alegra que te guste. Toma asiento y relájate. Prepararé algo para tomar.- posando su mano en mi espalda hizo que me sentara en el largo y cómodo sofá.

-¡No se-...!- iba a decirle que no se molestara en hacerlo, pero se había ido de la sala.

Seguí mirando todo con curiosidad, hasta que mis ojos llegaron hasta el mueble más cercano que había a mí precisamente a mis espaldas. Sin hacer mucho ruido me puse en pie y me acerqué hasta él.
Se trataba de una mesita en la que había algunas fotos colocadas en marcos. Parecían fotos de familia tomadas en diferentes lugares emblemáticos del mundo: el Coliseo en Roma, la Casa de la Ópera en Sídney, los Moais de la Isla de Pascua... Pero eso no era lo que me llamaba la atención. En ninguna de las fotos el parecía contento.
"¿Por qué no lo estará? Si yo fuera él lo estaría. Parece que tiene bastante dinero...", pensaba.

-¿Te gusta viajar?

La voz de rayan cerca de mi oído y una de sus manos que se habían posado en mi cadera hicieron que diera un brinco del mismo susto.
No sé si estaba más avergonzado por que me hubiera visto "cotilleando" cosas suyas o porque de nuevo lo tenía demasiado cerca.

-S-sí, me gusta.- contesté tímidamente.

-Vamos, tomemos asiento.- me dijo en el tono que siempre utilizaba y que hacía que mi sangre se alborotara.

-Espero que te guste. Es un café vienés y el pastel un red velvet con nata y algunos frutos del bosque.- explicaba él una vez nos habíamos sentado.

-¡Oh, un vienés!

- Café, chocolate, leche, espuma, y un poquito de chocolate rallado por encima. Es muy popular en los cafés de Viena y Budapest.

Como realmente no sabía qué decir, simplemente tomé el café y di un sorbo para probarlo. Al hacerlo, sentí que el rostro se me iluminaba. ¡Estaba riquísimo! Mis cafés son buenos, ¡pero éste es legendario! Esa textura ligera, el sabor de la crema batida...

-¡Está genial! ¿De verdad lo has hecho tú?- le pregunté emocionado.

Después de todo, viendo la lujosa vida que debe tener, no era de extrañar que alguien se lo hubiera preparado o ya lo hubiera comprado en alguna cafetería cara.

-Sí, lo he hecho yo. ¿Sabes? Yo empecé como tú. Comencé a trabajar en una cafetería para poder pagarme mis estudios en historia del arte y patrimonio de la Universidad. Como puedes ver y habrás deducido, esas dos personas de ahí, los que aparecen en las fotos junto conmigo, son mis padres. Mi padre es gerente general de división en una conocida empresa y mi madre una reconocida directora de farmacia. Ellos siempre me dieron lo que quería en la palma de la mano apenas unos segundos después de haberlo pedido, pero yo no quería nada de eso. Quería saber qué es eso de tener que encontrar tu camino en la inmensidad. Quería experimentar en mi propia piel lo que es ser nada, ponerte a luchar con uñas y dientes y ya ser algo. Por eso, cuando acabé el instituto, ya no quise nada que mis padres me ofrecieran, así que simplemente me fui de casa sin nada más que algunas prendas de ropa para irme al campus de la Universidad y trabajaba para pagarme mis estudios. Es por eso que después de tantos esfuerzos llegue a ser profesor y ahora vivo... ¿Hyun? ¿Estás... llorando?

-¡Lo siento! He pensado cosas de tí que no son. Soy un estúpido.- le dije mientras me secaba las lágrimas - Pensaba que eras un niño de papá y mamá y todo eso, y que tu casa, tu vida... ¡De verdad que me siento fatal!

Rayan soltó una risita y seguidamente golpeó sus muslos con sus manos. ¿En serio quería que me sentara en sus piernas? Me le quedé mirando unos segundos y tímidamente me acerqué hasta él e hice lo que me acababa de pedir mientras pensaba "¿qué diablos estoy haciendo?".
Rayan se acercó enseguida hasta mi oído.

-Me encantas. De verdad, agradezco que hayas venido.- susurró.

Yo, como impulsivo que a veces puedo llegar a ser, sujeté su rostro con ambas manos para que me mirara y le besé hasta que agoté mi último aliento. Después de eso, escondí la cara en su pecho.
Me sentía tan extrañamente bien...

Ala, ya está el tercer capítulo aquí. Siento haber tardado un poco, es que esta semana tenía examen pero ya estoy libre :D (De exámenes, porque eso de ser esclavizada en el trabajo continúa ;-;) Espero que os esté gustando todo esto. ¡¡Nos vemos en el siguiente capítulo!! (Qué guay quedó eso JAJAJAJ)


DEADPEGASVS...

Esta foto no pega nada aquí pero please mira que mono :0

MI AMADO DELIRIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora