Quizás la felicidad se había ido, quizás me alegré tan pronto, quizás no existía esa palabra para mí.
Habían pasado casi dos meses desde que Blaine y yo empezamos nuestra relación, todo estaba perfecto, las citas, mis padres ya lo habían conocido. Todo increíble.
-Familiares de Blaine Regnault- llamó el médico, en seguida su mamá y yo nos levantamos
-Diganos- suplicó la señora Regnault
-Hicimos todo lo que pudimos, lo sentimos mucho, Blaine sufrió ...- y dejé de escuchar, a mí alrededor todo era borroso, era mi culpa, si no fuera por mí Blaine estaría aquí con vida, todo me daba vueltas.
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Abrí mis ojos, y en ese momento me moleste al hacerlo, la luz me cegó, a mi alrededor todo era blanco, las paredes hasta la cama, aún seguía en el hospital, mi cabeza me dío unas pequeñas punzadas.
-Ya despertaste querida- volteé a ver a la dueña de la voz, era la mamá de Blaine, ni siquiera la había notado.
-¿Qué pasó?- quería escuchar que lo que nos dijeron era mentira, quería solo que no fuera verdad.
-Hija, el ya no está, tus padres vienen en camino para estar aquí contigo, tenemos que ser fuertes Amber, por ti, por el, por William- era la primera vez que ella mencionaba a su segundo hijo.
-Lo seremos- me levanté despacio, y fui hacía a ella- lo seremos-repeti de nuevo y la abraze.
No me gustaba llorar, no lo hacía, sentí mi hombro mojado y sabía que ella lo hacía.
Era mi culpa, debía llorar, por qué sabía que todo fue por mí, si tan solo no le hubiera pedido que viniera que verme, el seguiría aún con vida, fue mi error, fue culpa mía.
-Perdon por haberle hecho perder a su hijo, perdoneme-solloce conteniendo mis lágrimas
-Amber, mírame-no podía hacerlo-mirame, no es tu culpa, recuerda que no lo es, tu no ibas en el avión, no sabías que eso sucedería.
-Pero si yo no le hubiera pedido que viniera, es mi culpa-y no pude contenerme, las lágrimas salieron por si solas, me dolía en el alma, mi corazón estába a destruido.
Quizás me equivoque, y nuestro destino no era estar juntos, él amor había huido de este lugar, después de todo solo era yo la que debía comprender que este amor no podía ser.
