~Pomelo~

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Otro día en la arboleda, antes de ir a un partido de basquet, las chicas se encontraban tomando una decisión complicada, se sentían seguras pero no mucho.

—Alexa, sabes que te amo pero…Si lo hacemos público, esto llegará a mis padres y no lo aceptarán— Le dijo preocupada

—Iremos por pocos Jhen, yo me encargaré de ello, solo se lo contaremos a las chicas primero y luego...—

Fue interrumpida —Pero es que siempre es así, le cuentas a una y luego otro se entera, y luego otro y otro hasta que llega a tus padres—

—Bueno, si no les cuentas tu misma, ellos se van a enterar tal vez por medio de la persona equivocada— Aconsejo su novia.

Alexandra tenía razón, ella misma se tenía que armar de valor y contarle a sus padres.

—Lo pensaré. Tu eres afortunada, no tienes preocupación de si lo aprueban o no—

—Jhen, cualquier ignorante cree que no tener papás es genial pero no lo es, yo quisiera tener a alguien a quien contarle mis problemas y créeme, aún que quizás nunca hubiesen aprovado esto, me hubiese gustado contarles que me siento orgullosa de mis preferencias sexuales—

La pecosa se quedó callada un rato y luego la abrazó —No hace falta tenerlos para sentirte orgullosa—

—Jhen—

—Alexa—

La menor sonrió y le dio un beso en la mejilla —Eres tan linda conmigo...—

La abrazó con más fuerza y también le dio muchos besos en su mejilla —Sabes que lo hago para hacerte sentir bien—

Las chicas se quedaron un rato más en la arboleda, dándose cariño la una a la otra hasta que era tiempo de marcharse.

Jhen pensaba insegura si contarles, tenía la presión de Alexandra y su propia presión en querer decirselo a alguien.
Pero simplemente sus padres no eran la mejor opción para empezar, aún que tampoco tenían que ser los últimos en saber, si fuera por ella si.

Sus padres eran Fran y Jenny Laurens, ambos junto con Jhen y su otro hijo Marco, eran una familia reconocida, pues ambos padres trabajaban en exportación de productos comestibles.

Eso ya le daba puntos menos a Jhen por el simple hecho de que si ellos se enteraban, el mundo se enteraba.
Además de que eran bastante religiosos, otros cinco puntos menos.

De tanto estar metida en sus pensamientos, no se dio cuenta que estuvo parada en la puerta de su casa durante diez minutos. Ya que, entro toda nerviosa y se iría a su habitación con la excusa de que tenía sueño.

—Hey Jhen— La llamo su madre desde la cocina.

Eso hizo que se estremeciera y nerviosa fuese con su madre —¿Si?—

—Necesito que me ayudes acá en la cocina, te estuve esperando para que me ayudarás—

—¿Porque no lo hace Marco?—

—Marco es un niño, Jhen, ya lo habíamos hablado antes—

—Pues te recuerdo...— Iba a quejarse como siempre, pero no quería hacerla enojar ya antes de la noticia y mejor solo ayudo a su mamá.

Ambas pusieron la mesa y esperaron a los otros integrantes para empezar a comer.

La mesa estaba silenciosa y solo ese silencio incomodo asustaba a Jhen, tenía que decirles ahora, si no era ahora no podía tomarse el tiempo.

—Mamá...papá...— Dijo nerviosa

—Jhen, en la mesa no se conversa— Recordó su padre

—Es que necesito decirles algo…—

—Lo que sea que fuese puede esperar querida— Dijo su madre

—Ustedes nunca me dejan hablar, jamás puedo decir nada ni fuera de la mesa—

—Jhen, no subas la voz—

—¡No estoy.....! Subiendo la voz, solo necesito decirles algo que para mi es importante, quiero que les interese y que me apoyen—

—Pero los modales son primero—

Jhen se hartó y se levanto de golpe de la mesa y la dejo sin decir nada.

—¡Jhen, ven acá y termina tu comida!—

La mencionada la ignoró y se fue a encerrar a su habitación. Le molestaba que su familia la hiciera de menos hasta en lo más importante.

Eran como pomelos; podían verse jugosos y buena fruta, pero eran más amargados que el mismo limón.

Besos de sabores [Genderbend Lams] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora