Augustus Pye

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Capitulo Doce: Augustus Pye.


Emma Pye recibió su carta de Hogwarts ese año. En otras circunstancias saltaría de alegría e incluso en esos momentos se encontraría en el castillo, en alguna habitación de la casa de Ravenclaw o Gryffindor –sus padres habían permanecido en éstas- sin embargo, ella estaba en la habitación de su casa. Desde los cinco años ha estado presentando síntomas extraños; unos años después fue confirmada su enfermedad: Gripa Muggle. Y desde entonces, su padre, Augustus Pye, ha hecho hasta lo imposible para encontrar una cura.

-¿Cómo se encuentra hoy mi princesa? – saludó el mayor.

-¡Papi! ¡Papi! – Emma corrió hasta su encuentro con una enorme sonrisa pintada en su rostro.

A lo largo de su enfermedad. Emma ha tenido días buenos, malos y peores. Ese día sin duda era de los buenos; incluso daba la impresión que la pequeña estaba más sana que nunca, pero Pye sabía que solo era la apariencia, su princesa estaba enferma y él tenía que buscar la cura como fuera. Y si tenía que recurrir a lo de antes para conseguirlo lo haría...

-He llegado a mi limite – le dijo Draco – lo siento Augustus, Harry tiene razón, no puedo ayudar si yo no estoy en mis cinco sentidos. El mayor lo miraba fijamente, inmutado – no puedo seguir trabajando en la poción para la Gripe Muggle, me tomaré un descanso, después seguiré, de todas maneras en estos momentos he llegado a un callejón sin salida en una de las formulas.

-Cuánto tiempo – preguntó, inexpresivo.

-No lo sé. Un mes, tal vez dos.

-La gente muere, Malfoy. Un niño murió hace dos días.

-Lo sé – dejó salir entre dientes – Como dije estoy al límite. Theodore seguirá, así que no es como si dejara de lado la poción.

Lo que le dijo después a Pye no le importó. Lo que estaba en su mente era que Malfoy ya no estaba trabajando en la cura y su hija, su princesa, estaba enferma. Esa mañana había confirmado el diagnostico.

-¡Maldita sea! – gritó furioso, tirando todo lo que había sobre su escritorio.

Augustus tenía que buscar la manera de hacer regresar a Malfoy en la poción.

-Potter – gruñó. Últimamente el maldito héroe mágico le estaba complicando la vida. Malfoy era un excelente medimago y un grandioso pocionista si alguien podía encontrar la cura de la Gripe Muggle ese era él. Y lo hubiera logrado de no ser por la influencia de Potter. Ese maldito ojiverde siempre lograba hacer que Malfoy hiciera lo que él quería. Augustus Pye sabía que no habría diferencia si le revelaba a Draco que había otra persona contagiada de la gripe. Aun tratándose de Emma, el rubio seguiría firme en su decisión.

Augustus salió de su oficina, caminó hasta llegar a la recepción en donde se detuvo en cuanto vio a Blaise Zabini. El moreno empujaba a su esposa en una silla de ruedas, la muchacha llevaba en sus brazos a su bebé recién nacido. Pye sonrió maliciosamente.

-¿Iremos al parque mañana, papi? – Emma lo miró sonriente, sacándolo de sus pensamientos.

-Te lo prometo, princesa – el mayor sonrió.

******

Theodore revisaba algunas cajas una en particular le llamó la atención, tenía escrito el número 1987. Sacó lo que había dentro y comenzó a revisar carpeta por carpeta.

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