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»—No fue solo suerte—«

Como venganza de la buena suerte o recompensa de la mala vida.

Fito Cabrales

Cuando el rubio saco el pie del freno y aceleró incrementando la velocidad abruptamente. Por unos segundos, sintió morir. Su corazón por poco y se sale de su cuerpo, sus manos aferradas al asiento del copiloto y sus ojos apretados contra sus parpados por temor a levantar la mirada. Él, en cambio, conservaba su semblante estoico e imperturbable, casi podía ver fuego en sus ojos azulados, algo que hasta ese momento nunca había presenciado. 

Con un control absoluto del timón y unos pocos metros antes de que impactaran de lleno contra la camioneta, dio un giro de 180° grados, montándose en la acera y escapando casi victoriosamente. Pues la camioneta trato de cerrarle el paso, impactando el coche por detrás. Ni el sonido del metal del coche, ni la pintura raspándose, ni los gritos estresantes de la azabache,  lo detuvieron para seguir su ruta de escape. El auto se desequilibro un poco, pero audaz el rubio volvió a tomar el control del coche y acelero cuando tuvo la oportunidad.

Las cuatro ruedas del carro rechinaron contra el pavimento y después de un poco de humo, el rubio emprendió la huida a toda velocidad, tomando una calle de un solo carril como mejor opción. Boruto sabia que la persecución, no había acabado aún. Sí, tenían la ventaja, sí, estaban escapando de una muerte segura. Pero aun no era suficiente para librarse de ellos completamente.

Un gruñido escapo de su garganta al visualizar por el retrovisor que una moto les seguía el paso.  

—E- estoy segura, que un simple taxista no aprende esto manejando algunas horas diarias...— exclamó agitada su acompañante. El pecho le subía y  le bajaba irregularmente, sus manos se aferraban con fuerza al cinturón de seguridad y no despegaba la vista de enfrente por temor a que otro coche se interpusiera en su camino.

El rubio, ni la miró. —Carrera de piques. —Quizás le hubiera gustado ver su expresión al decir esa frase, pero no tenía el tiempo para despegar la vista del retrovisor.

La azabache lo miró con el ceño fruncido. Aunque él no le estuviera prestando atención, por el silencio de la Uchiha, el rubio pudo deducir que ni siquiera sabía lo que significaban esas palabras. No dudó en hacer una breve aclaración. Sin despegar la vista de enfrente, por más que quisiera ver su semblante cuando se enterase, soltó las palabras con una sonrisa ladina —Antes de que preguntes, son carreras ilegales.

Como lo predijo. No tenía que verla para saber que su presión descendía abruptamente, que sus rosáceas mejillas se tornaban pálidas y que sus manos empezaban a temblar.

—Ya veo...—  eso no pintaba nada bien para la Uchiha. Jamás en su vida había estado con gente que hiciera actos ilegales, ni siquiera sabía de algún conocido, de su circulo social, que hubiese hecho algo como eso. ¿¡Que pensaría su madre si se enteraba que huía de una persecución?! ¿¡Y que la persona que la había rescatado, era nada más y nada menos, que un corredor de autos ilegal?! Si no fuese porque estaba escapando de personas que habían cometido más delitos que su acompañante, se hubiese arrojado del coche en movimiento.

—¿Asustada?— dijo burlón. Acelerando a propósito para que le motor del carro rugiera.—Gracias a eso seguimos con vida.

➳Bulletproof (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora