Pietà, amore mio

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Alemania, junio de 1940

Aquello había sido una orden, y en realidad, con el hombre que quería llevar a Alemania ser algo muy similar a un imperio todo lo era. Un hombre de ojos oscuros, y a veces creía ajeno al concepto de humanidad, algo que eran rumores entre los más allegados, o quienes desataron su ira de alguna forma.

Dos no más de unas semanas de haber aceptado la alianza, y con Francia subyugado, Alemania creía que su nuevo líder estaría tranquilo, pero fue esa noche en que con sus dedos aliso el su uniforme, y suspiró tenso, aunque su fachada siempre era estoica en el exterior.

Italia no sabía de esa operación, y Japón no quiso saber mucho; si bien era por el eje, Alemania era consciente del posible precio de ese ataque, de quienes realmente lo pagarían, solo esperaba que el plan fuera exitoso; que los inocentes fueran los menos. Hablaría con Italia después.

Aquello era una guerra, la culpa la guardaría para después.

Herr Kapitan —llamó Ludwig, siendo el portador de la confirmación de ese hombre de ojos demasiado oscuros que era el dueño del destino de Alemania, o quizás del mundo en ese momento—, ejecute de manera inmediata. Debe ponerse en marcha Unternehmen Paula.

Ja —asintió el hombre encargado de la operación, que de inmediato salió del cuarto de estrategia en casa de Alemania.

La operación buscaba deshacerse de la fuerza aérea de Francia la ALA (Armée de l'Air), que se resguardaba en París; con eso doblegarían a Francia definitivamente, y quizás los sucesos posteriores no tuvieran que ser de esa manera, claro que Ludwig era consciente del tipo de hombre que estaba al mando de la nación.

Entonces el fuego cayó sobre París; desgraciada fue el resultado y la gente. La fuerza área fue evacuada habiendo sido advertida, sin embargo París, el corazón de Francia, sí sufrió el ataque: cientos de personas murieron.

Pero al jefe de Alemania, sólo importó el fracaso.

Y Alemania sintió como dagas los ojos grandes, en extremo dolidos, de Italia cuando se enteró de aquello; no se disculpó, ¿Cómo podría una disculpa ser adecuada?

Pero la otra nación vio en los ojos azules de Ludwig, algo que sabía no existía en los de su líder; no necesitaba culpar, no era tampoco lo correcto. Al final eso era la guerra, y debían acarrear sus decisiones hasta el final, ver por resguardar sus tierras.

El joven castaño, una nación con siglos en su haber, abrazó para llorar silenciosamente por ambos.

Eso que vio Italia, esperaba que Ludwig lo conservará en los años venideros de la guerra.

Eso que vio Italia, esperaba que Ludwig lo conservará en los años venideros de la guerra

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Italia, Venecia, 1942

Las zonas rurales, las villas lejos de la ciudad le llenaban de paz; no podía evitar amar con más fervor a su tierra. Ese día parecía una fantasía idílica, etéreo en la serenidad que podía percibir después de la cruenta guerra que seguía.

Pietà, amore mio [GerIta] [Hetalia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora