Capítulo 3

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Ya se había hecho costumbre despertarme con el brazo de Zi Tao rodeado a mi cintura y su rostro pegado a mi cuello. No habíamos dado ningún golpe en la semana que llevábamos juntos, ni tampoco se estaba planeando nada. Eso, por un lado, me desesperaba porque mi plan de cobrar venganza se estaba postergando y, por otro, aliviaba mi corazón ante la inminente traición tras días en los que Zi Tao tan solo buscaba mi perdón con continuas muestras de amor.

Recordar su intento por cocinarme algo me hizo sonreír como un tonto. Con cuidado de no despertarlo, me di la vuelta para verlo dormir. La paz de su sueño me daba toda la tranquilidad que necesitaba. Suspiré con tristeza, porque lo seguía amando demasiado. Me acerqué más a su rostro y, tras dejar un suave beso en sus labios, dejé mi cabeza en la almohada, muy cerca de la suya.

Sus ojos se fueron abriendo poco a poco, tan lento como se fue dibujando una sonrisa en sus labios al verme despierto. Tiró de mí para acercarme aún más a él, quedando protegido por sus brazos y por su pierna. Reí ante tanta sobreprotección y posesión. Repartió besos por mi clavícula, mi cuello y mi mandíbula, donde además dejó pequeños mordiscos que culminaron en un intenso beso. Al separarse, tiró de mi labio. Sonreí ante aquella muestra de amor. Él me la devolvió, acompañada de una ronda de cosquillas, que se convirtió en una guerra entre los dos y que nos dejó exhaustos, pero felices. Me abrazó por la espalda, aún sentados en la cama.

- Te amo – enterró su rostro en mi cuello. Mis ojos se abrieron ante la sorpresa por aquellas palabras. Sabía que él esperaba una respuesta, pero no sabía cómo articular palabra -. No te vayas nunca de mi lado, por favor. Contigo siento que soy el ser perfecto que jamás llegaré a ser – su sonrisa me hizo cosquillas -. Eres el lado bueno de mi locura, SeHun, el único delito legal que he cometido, porque... En la guerra y en el amor, todo vale, ¿no?

- Hablando de crimen, ¿no tienes nada pensado? – cambié de tema para que no se me siguiera ablandando el corazón.

- Sí – salió de su escondite -, pero quería disfrutar un poco más de ti. ¿Quieres emoción? – sonrió de lado, de forma bastante atractiva.

Lo besé e imité su sonrisa a modo de respuesta. Su sonrisa se hizo más amplia y asintió satisfecho.

-OOOO-

Habíamos entrado con éxito en el banco mediante los sistemas de alcantarillado. Nuestro equipo se había encargado de hacer un agujero desde el subsuelo para entrar por unas de las cámaras de seguridad en las que guardaban el dinero. Cualquiera que consiguiese hacer eso sin que nadie se enterase tan solo se llevaría el dinero, pero para nosotros el goce se encontraba en amedrentar a la gente y provocar nuevos disturbios al Estado.

Los rehenes temblaban de miedo. Ni siquiera se atrevían a mirarnos. Zi Tao, como siempre, estaba dando un discurso con el que pretendía amedrentarlos aún más. Yo aproveché para pasearme por toda la sala principal del banco, dando un pequeño salto para sentarme en el mostrador y llegar al otro lado. Hice como que inspeccionaba todo con curiosidad, cuando tan solo buscaba el botón rojo para dar la alarma.

En cuanto lo divisé, salí de allí para pasear por todo el banco. Nadie sospechaba que lo que quería hacer era buscar los lugares indicados para poner los explosivos que habían dejado a mi cargo, en una bolsa. Una vez colocados en cuatro columnas estratégicas, volví a colocarme detrás del mostrador. Aproveché que los secuaces de Zi Tao estaban en las cámaras de seguridad cogiendo el dinero para sacar una granada de humo de mi cinturón y lanzarla antes de darle al botón de la alarma.

- ¿Qué está pasando? – gritó Zi Tao, enfurecido -. ¡SeHun!

El sonido de las puertas del banco cerrándose, y dejándonos casi prisioneros, hicieron de todo un caos. Intenté huir hacia el piso superior para intentar hallar una posible vía que me ayudara a salir a la calle o a saltar hacia otro edificio. Iba confiado en mi éxito cuando un brazo apareció por un pasillo paralelo a la calle por la que iba y me dejó en el suelo, muy consternado.

Crazy In LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora