C a p í t u l o 0 4

743 95 37
                                    

CAPÍTULO 04

23 de abril, 2015.

—¡Debí dejarle escrito que se suponía tenía que llamarme! —Chillé—. ¿Cómo no se me ocurrió? Es que estaba tan desconcentrada...

Rosalya rodó los ojos y adelantó el paso, dejándome atrás.

»Odio cuando haces eso. ¡No me dejes!

—No te recordaba tan quejona, Annie —manifestó, divertida—. No me malinterpretes, amo escuchar tus divagues, pero creo que de lo único que me has hablado durante media hora es sobre Lysandro.

—¿Acaso antes teníamos otro tema de conversación?

—No, bueno —vaciló—, de hecho sí, también hablábamos de Leigh.

Chasqueé la lengua.

—Ya te dije que sí está mucho más... —busqué la palabra indicada—. Atractivo.

Rosa rió, como si mi comentario le hiciese mucha gracia y sonrió, deteniéndose a observarme.

—Lo sé.

—Esa modestia es admirable —dije sarcástica—. ¿Qué hay de Castiel? ¿Quién es esa chica con la que sale?

Un extraño silencio se instaló entre nosotras y no supe a qué se debió, pero sí era consciente de que mi pregunta lo había desatado. No es nada irregular, Castiel siempre ha mostrado cierto interés por aquel tipo de chicas... fáciles. Y, a su vez, resultaban también odiosas e insoportables.

No las soportaba.

—No tengo idea, Annie —contestó por fin—. Castiel ahora es una persona... ocupada.

—¿Ocupada? —cuestioné—. Pensé que ahora tocaba solo en el sótano del instituto. Rayos.

—Digamos que a él le ha ido mejor que a Lysandro.

—A todos les ha ido mejor que a Lysandro —expresé con amargura.

Era cierto, desde mi perspectiva, todos habían resultado mejor parados que el victoriano. ¿Lo más doloroso? Lysandro tenía un futuro brillante, demasiado esplendoroso y esperaba, creía, que él lucharía hasta el último momento para alcanzar sus sueños. No lo voy a juzgar, sus pérdidas fueron muchísimo más grandes que cualquiera que yo haya podido sufrir durante mi vida, pero sé que está destinado a más.

Y dolía saber que él ya no lo veía de ese modo.

—Supongo que tienes razón —suspiró—. Bien, nos veremos por allí. No desesperes, ¿vale? Te llamará.

—O puedo desesperarme y llamarlo yo. No me avergüenza dar el primer paso, fui yo, después de todo, quien destrozó nuestra relación.

—Tiempo, Annie —me recordó—. Debes tomártelo con calma, ahora las cosas son distintas y te conozco, sé lo impulsiva que puedes ser.

Cierto.

Siendo honesta, en mí había un sinnúmero de defectos y yo no podría negarlo. Impulsiva, nociva y descarada serían los adjetivos perfectos para describirme como persona. De igual forma, aprendí a amarme y aceptar que soy un ser humano, que del mismo modo que todos los demás, tenía algo que me volvía defectuosa, pero que me hacía ser única; me hacía yo.

Podría afirmar con certeza que, si hoy me hallo segura de qué y a quién quiero, es porque sé quién soy. Conozco cada parte de mí y la amo.

—Está bien.

Se alejó por el campus de la universidad y yo suspiré pesadamente. Mi regreso a Francia no estaba siendo, ni de lejos, como esperaba.

Caminé hacia el edificio de las habitaciones cuando, súbitamente, mi móvil vibró dentro de mis jeans. Lo saqué y observé la foto de Castiel en la pantalla.

Sálvame [CDMU, Lysandro].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora