C a p í t u l o 0 9

723 109 54
                                    

Advertencia: se aconseja preparar sus corazones para el siguiente capítulo. Gracias por leer.

CAPÍTULO 09

«Tranquilízate, Annie. Mostrarte débil solo te hace más vulnerable».

Meneé ligeramente la cabeza de un lado al otro. No sabía qué pensar, dónde ir o qué hacer. Me sentía atrapada en mi propia piel, atrapada en mi vida.

«­­­­¿Por qué él es la solución a todos tus problemas, Annie?».

«Deja de intentar resarcir lo que ya no existe».

Por primera vez desde que había regresado a Francia, deseé jamás haberlo hecho. Deseé no sentir nada por aquel hombre frente a mí. Deseé... ser egoísta; pensar solo en mí misma, preocuparme por mis sueños y olvidar todo lo demás.

«Esperaste durante semanas por una llamada suya. Eres tan patética».

Mi mente se volvió mi mayor enemigo en aquel instante; encargándose de erradicar cualquier gramo de esperanza que mantuviese vigente internamente.

«Aguardaste cuatro horas por él, mientras recibías miradas de lástima y te preguntabas qué estaba mal contigo. ¿Qué sigue, Annie?».

«Lo volviste el centro de todo, no imaginaste siquiera lo roto que él está, ¿cómo podría lidiar con su dolor y con tus tormentos?».

Jadeé con la respiración acelerada y un montón de emociones aglomeradas; similar a una bomba muy cerca de explotar. Me hallaba a instantes de sufrir alguna crisis de pánico o algo similar, porque fue como abrir los ojos luego de un largo sueño: desorientada, confusa y aturdida.

—¿Annie? —La voz de Lysandro me alejó de mi propia cárcel mental y tuve que mirarlo para mantenerme cuerda—. ¿Estás bien?

—¿Qué sientes por mí, Lysandro? —cuestioné, enarcando una ceja y armándome de todo el valor posible—. ¿Siquiera puedes responderme eso?

No dijo nada, pero noté que no tenía una respuesta. Realmente no sabía lo que sentía por mí, y eso es tan justificable que supe que no podía reclamar. Cuatro años no son solo cifras, son tiempo. Y el tiempo destruye, olvida, deshace.

»Me conoces —empecé, con un hilo de voz—. Sabes que voy a volver a ti, y sabes que voy a golpearme cuando lo haga. Supongo que después de todos estos años seguimos conservando eso, ¿no? Usualmente siempre tenía que buscar tu libreta, ¿recuerdas? Ahora es lo mismo, pero esta vez tengo un objetivo distinto.

»Voy a buscar tu felicidad, y no me importa si no es a mi lado. ¿Te sientes demasiado herido? ¿Por qué no hablas conmigo? ¿Por qué no dejas de pensarlo y simplemente te dejas ir?

—Annie...

—Lysandro —lo interrumpí—. Son solo nombres. Somos solo personas. Sentimos dolor, es fácil herirnos. Somos frágiles. Lo único que tenemos son nuestros sueños, nuestra esencia, lo que nos diferencia de los demás. Hay un mundo lleno de dolor afuera, pero adentro no hay más que vacío... no hay más que oscuridad. Y conozco esa oscuridad, por eso quiero sacarte de allí.

Mis palabras lo golpearon como balas y el silencio se apoderó de nosotros por unos efímeros segundos hasta que noté que sus ojos se humedecían. Seguía de pie frente a la puerta del apartamento así que lo rodeé y, sin pedir permiso, entré arrastrando mis pies. Él cerró la puerta antes de girarse y encontrar nuestras miradas, ambas repletas de un sentimiento que compartíamos y ninguno se atrevía a explicar.

—Cuando te fuiste... —su voz salió entrecortada, a lo que carraspeó—. Cuando lo hiciste me sentí solo y de alguna forma abandonado. Nunca te lo dije porque no quería sonar egoísta, no quería cortar tus alas, pero te necesitaba más que a nadie en ese momento. Eras la única persona que me hacía ver que no todo estaba perdido... que la enfermedad de mi padre no me consumía igual o más que a él.

Sálvame [CDMU, Lysandro].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora