agujero

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Cuando el alarido dentro de su mente se calmó, o al menos se acostumbró a él. El caballero hizo un esfuerzo para arrastrarse y meter la cabeza bajo las aguas negras. una parte de el lo supuso, pero no quería aceptarlo debajo de esas aguas, sólo había más oscuridad y, lo que mas dolia, ningún rastro de ella.
Se levantó luego de un tiempo y en un acto de desesperación absoluta, se arrancó cada piesa de su armadura oxidada, junto con cada pieza restos de piel y carne eran arrancados; dejando expuestas sus antiguas heridas todavía supurando pus.
Todo su cuerpo dolía y temblaba, pero no se detuvo hasta quitar la última pieza, sabía que eso sí bien era un acto de redención al abandonar lo que lo lastimaba tanto, también era un castigo, como tantos otros que se obligó a sentir. solo el yelmo quedo en su lugar, no pudo quitarlo porque algo en su cuerpo le llamo la atención. Un agujero en su pecho oscuro y sin fin, metió su mano dentro y eso no se sentía como parte de su cuerpo. dentro encontró una espada de madera, tal vez un símbolo del valor que siempre tuvo y no sabe ver, o de la futilidad de sus acciones en el laberinto interminable. De cualquier forma era todo lo que tenia, y tal vez todo lo que necesitaba. Comenzó a caminar, dejando atrás su armadura, las aguas negras y hasta su princesa. Un paso detrás del otro y de su yelmo caían lágrimas al saber que ni siquiera pudo decirle adios...

el caballero y el laberinto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora