La historia de Pequeña Águila. Gatos guerreros

Parte sin título 11

Azulejo caminó hacia el poblado de dos patas, Pluma de Águila se había negado a perdonarlo, tan malo le parecía... Sus visitas a Garra de Abedul no hacían daño, él les decía siempre que, aunque había sido expulsado de los Clanes, seguía preocupandose. Lo único que quería era asegurar cuatro futurosy fuertes líderes a cada Clan.

-¿qué haces aquí?- Era Garra de Abedul

-Me han expulsado- maulló con un brillo de esperanza en sus ojos, ¿cuántas veces el proscrito le había prometido no abandonarlo?

-¿cómo?- maulló en cambio entornando sus llameantes ojos- ¿es que no sabes cual era tu futuro?

-Sí... pero...

-Tenías que ser líder de Clan.- gruñó agitando la cola- Cuentame, que ha ocurrido?

-Fue la gata que nos descubrió- masculló sientiendo un inmenso dolor al recordarla.

-Te ha traicionado, no la amabas- se burló con frialdad

-Ya...- se le empañaron los ojos- lograré que me perdone

-¿qué? Débil ratonzuelo, no mereces ser llamado Desgarrador, yo soy el único que te acepta, y por ello hazme caso. Yo no te abandonaré, soy tu única familia.

-¿de verdad?- preguntó agradecido

-Sí, pero hazme caso. Lo primero, vengate de ella, eso demostrará tu fuerza, valor y lealtad hacia mi, hacia tu familia.- maulló con firmeza

-¿qué... me vengue?- preguntó

-¡Sí!- respondió Garra de Abedul- Ella te ha traicionado, solo la venganza te hará superarlo, lo se por experiencia propia... Si me hubiera vngado de ella... pero creía que aun me amababa- bufó sacando las uñas- un gran error

-¿de... de quien?

Garra de Abedul pareció sorprendido

-De Lagartija... creía que la amaba, pero cuando me expulsaron se quedó atrás.- gruñó enfadado

-¡Es la madre de Pluma de Águila!- exclamó Azulejo. y siempre te amó.

-¿tanto como para tener hijos con el rufían de Murciélago- gruñó

-Te aseguro qye se por Pluma de Águila que Lagartija siempre te quiso a su lado...- maulló él

-Pues si me amababa, escogió el camino fácil. mbos alcanzaremos nuestra venganza, mata a esa tal Pluma de Águila, y para mi será como si mataras a Lagartija- ordenó

-pero...

-No te queda nada, Azulejo, ¡¡nadie!!- recalcó

-Está vez, ¿cómo?- se sentó cabizbajo

-Fácil, llamala cuando patrulle, dile que quieres verla en la frontera, confesarle algo... pideselo, quizá acepte. Y ahora ve, y pon en marcha el plan, yo te esperare en ese desván- señaló con la cola- avisame en cuanto este muerta.- se alejó hacia el desván