° Sinopsis°

54 5 3
                                    


A pesar de tenerlo todo, no tengo nada. Mi vida era muy aburrida, siempre anhelaba ese cambio que le diera el toqué de emoción a mi día a día...

Quizá pedí con mucha fuerza.

Para empezar... Comencemos con calma.

Mi familia, mi madre y mi padre nunca estuvieron presentes en mi hogar. Se perdieron todos los partidos de fútbol de mi hermano, y mis incontables recitales de piano. Nuestros mayores logros se los perdieron. Incluso el día de mi primer periodo. Sí, así de triste era mi vida.

Y de un día a otro, ellos parecen no querer soportarse, hasta tal punto que todo lo que hacen juntos lo destruyen, literalmente.

Nuestra familia, la compañía, sus amigos, todo lo que los rodeaba. Lo destruían.

Mi hermano... Sebastián, poco a poco lo vi callendo en el abismo. Estando solo nosotros dos para apoyarnos uno a otro... Pero a pesar de que siempre estuvimos el uno para el otro no supe que hacer cuando cuando lo vi decaer.

¿Qué pasa si el amor de tu vida se va?

Literalmente fué, su único amor verdadero, con el que pasaron miles de cosas... Pero bueno, ese es punto y a parte. Me entristece cada vez que hablo de aquello.

Otro punto, poco a poco descubrí que mis padres estaban engañandome. Nuestro legado familiar, la compañía, su relación... Nos engañaron completamente.

Y me desmoroné, pero tuve que surgir de las cenizas. O eso intenté.

Luego llegó él. El chico que terminó de poner mi mundo cuesta arriba.

Mi abuela siempre me decía que nunca debía confiar plenamente en una persona, y tampoco ponerla en un pedestal. Por que cuando ésta te falle, bueno... Eso fue lo que pasó. Me engañó también.

Tanto que aconsejaba sobre eso, y yo misma no seguí mi propio consejo.

Me dormí, y me llevó la corriente. A tal punto que casi me ahogo, casi me cuesta la vida.

Detrás de todo ese lío, siempre hubo una persona en común. La araña que estaba tejiendo y tejiendo, la que nos tenía en su telaraña atrapados.

La persona que me lo quitó todo. La persona que sacó lo peor de mí, me arrancó la poca humanidad que me quedaba.

Pero esta persona si me dejó sin habla, siempre me quitare el sombrero frente ante su presencia. Porque...

Nos engañó a todos


19 de mayo del 2015.

Su cuerpo tenso y sudado se encontraba a solo unos centímetros de mí, no había rastro de lo que era hace meses atrás. Ahora se veía golpeado, se podían observar hematomas en sus brazos, se notaba que había perdido unos cuantos kilos los últimos meses.

Me tomó por el cuello, podía haber perdido masa corporal pero pareció capaz de alzarme fácilmente, hasta el punto en que mis pies no tocaron el suelo, intenté buscar algo detrás de mí que me sirviera para defenderme, pero ni por un mal chiste aparecería algo que me sirviera.

Inhalé fuertemente, me ahorcaba. Intensificó la fuerza de su agarre en mi cuello, me estampó contra el espejo detrás de mí. Este se hizo añicos, solté un chillido cuando sentí una punzada de vidrio en mi espalda, forcejeé contra el para que me soltase, moví mis brazos para alejarlo pero no se movió ni un centímetro.

Observé como manoteaba una de mis piernas que trataba de llegar a su parte noble, en eso me miró. Pude ver en sus ojos ira, desesperación su mirada estaba completamente oscurecida, pero lo que más noté fue el vacío que había en ellos.

Mientras él aun me sostenía, el miedo que sentía fue sustituido por algo más poderoso y aun así más peligroso, valor.

Moví mi brazo derecho encima de mi cabeza intentando una técnica de defensa para alejarlo, sus manos seguían en mi cuello, cuando mi brazo pasó por encima de sus manos, el movimiento que empleé lo obligaba a quitarlas abruptamente.

Se alejó de mi anonadado, pude ver en sus ojos una punzada de miedo, impotente dio unas zancadas hasta llegar a mí, por instinto me hice a un lado para no chocar contra el espejo de nuevo, pero al darme la vuelta para comenzar a correr, sentí como haló de mi cabello haciéndome dar la vuelta nuevamente, grité de dolor. Lo tenía frente a frente, sentí como tomo un puñado de mi cabello para acto seguido halarlo nuevamente y más fuerte.

Al ver que iba a gritar, me acalló poniendo su mano libre sobre mis labios.

- Déjate de jueguitos nenita, esto no terminara bien para ti. Dime de una vez por todas, ¿Quién fue el malnacido que lo dijo todo?, ¿Cómo lo descubriste?- Soltó severo y sin rodeos.

Bajó su mano esperando a que hablara, me miró expectante sus ojos se vieron sombríos, en su rostro pude ver algo maquiavélico.
Su mirada expectante estaba sobre mi.

Lo primero que hice fue sonreír, luego mi sonrisa se convirtió en risa. Me carcajeé en su cara, me reí fuerte, vi como se le descompuso la mirada, lo observé trastabillar.

Ahora la que necesitaba algo no era yo.

- ¿Crees que te lo diré? Después de todo lo que me hiciste pasar, ¿piensas que te soltaré así sin más quien te traicionó, quién me lo conto todo?-Escupí con diversión, sonreí de manera exagerada - Te aconsejo a que esperes sentado, porque se te cansaran las asquerosas piernas huesudas que tienes. Alejaste a mis padres de mí, mi hermano está en depresión por tu culpa, destruiste mi vida... ¿y aun así piensas que te la pondré fácil? Si quieres mátame ahora, pero no te pondré en bandeja de plata lo que quieres oír. Te haré pagar, y si me matas o me matan, desde la tumba me encargaré de que tu vida sea un infierno en la tierra.




Perfecto Engaño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora