Capítulo 7

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Me pareció realmente extraño que Sebastián hubiese quitado el altavoz, después de contestar aquella llamada del ese tal Dr. Bertorelli. Oía lo que respondía Sebastián, a lo que fuese que dijese Bertorelli...Y lo que sea que le estuviese diciendo, no era nada bueno.

Era inexplicable lo que sentía cada vez que pensaba en lo que estaba sucediendo. Parecía que en nuestra familia se sumaban y sumaban problemas.

Me encontraba con Sebastián en McDonald's, después de dar vueltas y vueltas en la ciudad, por fin llegamos al establecimiento más cercano.

Mi hermano se encontraba algo raro, de vez en cuando miraba su teléfono y reloj, los nervios se hacían presentes en el conforme pasaban los minutos, movía su pierna de arriba abajo frenéticamente, tenía algo raro en la mirada que no podía detallar. Ciertamente me desesperaba y me ponía nerviosa.

- ¿Qué te pasa Sebastián?-Inquirí mirándolo, con cierta preocupación en mi voz-Parece que quisieras ir al baño.

El apartó la vista de su reloj, sus ojos me miraron, y sin que dijese nada supe lo que pasaba.

- ¿Miranda está bien?-Pregunté a sabiendas de que ese tema era delicado para él.

Inhaló, tomó su teléfono que estaba sobre la mesa, y lo guardó en su bolsillo. Y con voz apenas audible dijo:

-Sí ella está bien, pero su abuela no tanto. Ayer me llamó. Me dijo que su abuela había empeorado...-tragó, inhaló pesadamente y continuó-.La llevé hace dos días a una clínica para hacerle unos exámenes, Miranda no quiso aceptarlo al principio, pero ella sabe que le convenía que yo pagara-Añadió trémulo-El Doctor me informó que el tratamiento no lo está asimilando su cuerpo, y que si sigue así, podría empeorar y...

-No lo digas, que eso no va a pasar-Aseguré colocando mi mano en su hombro, reconfortándolo-Esa mujer es muy fuerte.

-Lo sé, pero nunca se sabe cuánto pueda aguantar una persona. -Expresó afligido, se frotó los ojos con pesar-.Miranda me dijo ayer que me llamaría, me comentó que tampoco se ha sentido muy bien estos días...pero aún sigo esperando su llamada. ¡Y me estoy volviendo loco!-Gritó agarrando su cabello en puños.

-Sebastián pero ten calma -le aconsejé-. ¿Ya la llamaste?

-Por supuesto la he llamado ya cinco veces en el transcurso del día. Y no me responde, realmente me preocupa. -Admitió inquieto.

- ¿Y qué hacemos aquí? La mujer a la que amas está pasando por una situación difícil- Aseveré-deberías estar allá con ella Sebastián. Pediremos la comida para llevar, le llevaras mi parte a ella... Y te iras enseguida para su casa. -Expliqué con paciencia, negó e intento decir algo más pero agregué rápidamente: - y por mí no te preocupes, que yo llamaré a Rafael para que venga a buscarme.

-Muy bien, pero por lo menos deja que te lleve a la mansión. Que yo te traje hasta aquí-Comunicó levantándose.

-Bien, vámonos.

Pedimos nuestra comida para llevar, y salimos de allí sin decir otra palabra, ya no se sentía la tensión en el auto como cuando Sebastián fue a buscarme al instituto.

Me encontraba recostada en la puerta del auto mirando por la ventana. Hoy era un día realmente hermoso, el cielo estaba despejado, no había ni una nube en el cielo, el aire fresco era realmente agradable. Era un típico día, y recordé lo que me preguntó Alexia una vez, en un día igual a este:

- ¿Enserio nunca has ido a un parque con tu familia, a compartir un picnic juntos, o a jugar pelota o a simplemente hablar?

Mi respuesta en ese momento fue:

Perfecto Engaño ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora