Pesadilla

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~Joey~

Me quede dormido.

Al abrir los ojos note que el estudio se veía deslumbrante de nuevo. Eso dibujo una sonrisa en mi rostro.

Me levante poco a poco y observe todo a mi alrededor; los carteles estaban en orden, sin la más mínima rasgadura; las paredes se veían impecables y escuchaba murmullos familiares.

Trabajadores. Eran mis empleados, haciendo su trabajo. Eso quería decir que Henry también tenía que estar aquí.

Mire en todas direcciones. Me vi desorientado por alguna razón, como si fuera la primera vez que estuviera en ese lugar; de pronto los pasillos parecieron desconocidos. No obstante, comencé a caminar, un tanto nervioso y confundido.

De pronto escuche una risa, una risa inocente y tierna. Después sentí como algo chocaba contra mis espaldas. Me gire a ver y me espante bastante.

-Disculpe señor. -me dijo aquella niña juntando unos juguetes que se le cayeron al suelo.

Era ______. Parecía tener unos 5 años de edad.

Se trataban de 6 muñecos, eran bastantes para sus pequeños brazos y no podía juntarlos todos a la vez. Me agache para ayudarle.

Había uno junto a mi zapato y lo sujeté con una mano, sin embargo, al hacerlo sentí un pinchazo que me obligo a soltarlo de inmediato.

- ¡Auch! -mire mi mano, empezó a correr sangre de la herida. Eso provoco que me asustara bastante, se supone que soy inmortal, no debería poder lastimarme.

-No los toques, solo vas a arruinarlo. -murmuro la niña agachándose para juntar el mismo muñeco que yo deje caer. A pesar de ser una voz tierna, esas palabras no sonaban para nada inocentes, parecieran sedientas de causar dolor de algún modo.

Y era yo. El muñeco, era yo.

Un par de botones azules llevaba de ojos, una mueca desordenada asemejaba mi boca y tenía un montón de alfileres atravesados en el cuerpo. Cuando ella lo tomo lo hizo con tal fuerza que su mano comenzó a sangrar también.

- ¡C...cuidado! -grite aterrado de ver aquello, pero ella ni siquiera se inmuto con el dolor, y al contrario... comenzó a reír.

-Mira como lo destruyes todo. -dijo con una dulce sonrisa en el rostro, eso bastaba para hacerme sentir terrible- Ahora los demás van a ensuciarse. Y todo por tu culpa.

La sangre comenzaba a gotear y encharcarse a los pies de la pequeña, así dejo a todos los muñecos caer sobre ella.

-No... -musite.

Ella miro su mano ensangrentada con una expresión aparentemente abatida para acto seguido extender su lengua y probarla como si se tratara de un caramelo.

Intente ignorarle.

Me agaché y me dispuse a juntarlos de nuevo para dárselos.

Alice, Boris, Bendy, Sammy, Henry y yo.

Me enfoque en los dos primeros. Levante a Alice y esta comenzó a ennegrecerse; observe desconcertado como su aspecto parecía de pronto desgastado, uno de sus ojos desapareció por completo, toda aquella mitad de su rostro se deformo.

- ¿Qué haces? -pregunto _______ con aquella suave voz característica de una niña de su edad- No, no te dejare que toques esta. -añadió agachándose para levantar a otra muñeca, de Alice también. No la había visto ahí.

¡One-shots of Bendy and the ink machine! ¿POR QUÉ TU?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora