Sammy y Bendy #2

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~Sammy~

El... está vivo.

Es tan hermoso, tan perfecto...

Mi Bendy... mi señor... mi Dios...

Por fin esta conmigo, por fin me acompañara en mi soledad, por fin quitara el dolor en mi pecho.

* * * *

Bendy estaba solo en esa habitación. Boris estaba ansioso por acompañar a Joey cuando trajeran a la vida a Alice Angel, pero él además de que no estaba de humor, nunca le cayó bien ella.

Desde que apareció todos le aclamaban lo talentosa que era, el siempre fue orgulloso y no le gustaba compartir su fama.

Le dolía el pecho. Lloraba por horas siempre y cuando Boris no estuviera, no quería que le preguntara el porque y mucho menos verse obligado a responder.

Desde aquel incidente con Joey sentía que algo le hacía falta, o más bien, que alguien le hacia falta. Necesitaba a ese alguien, pero no sabia donde estaba y mucho menos sabía si algún día le encontraría.

Comenzó a llorar otra vez, sin embargo, esta vez fue interrumpido por el sonido de la puerta abriéndose, limpio sus lágrimas rápidamente y dibujo una sonrisa en su rostro por si se trataba de Boris.

Pero no era él.

- ¿T... tu...? -pregunto un tanto asustado por el aterrador aspecto del muchacho.

Sammy.

- ¡Bendy! -exclamó él haciendo sobresaltar al mencionado, esbozó una sonrisa psicópata y se inclinó ante el entre risas aterradoras.

- ¿P... por qué te ríes? ¿Por que te inclinas de esa manera? -pregunto Bendy bastante asustado retrocediendo. Este levanto la vista y le miro sin perder la sonrisa.

Se acerco con lentitud a él obligándolo a retroceder aún más por el miedo.

- ¿Por qué? -pregunto Sammy entonces- Porque te amo Bendy. -le dijo besando el dorso de sus dedos cuando el chico se quedo sin suelo que pisar, y cerraba los ojos con lagrimas intentando escapar de ellos.

-P... por favor no me lastimes... -le rogo.

- ¿Yo? Jamás lo haría, amor mío... Gracias por dejarme vivir a tus pies. -se agacho y beso sus zapatos.

Bendy no podía apartarle la mirada aterrorizado por esa actitud.

-A... aléjate... -le dijo con la voz temblorosa.

-Lo que me ordene. – respondió Sammy retrocediendo un par de pasos.

El chico lo miro asombrado.

- ¿Por qué obedeces?

-Porque usted lo es todo, usted es mi señor, usted es mi sueño, usted es... mi Dios. Tengo que... obedecer. Yo vivo para servirle.

- ¿De... de que estas hablando? ¡No entiendo! -replico Bendy con desesperación y la voz quebradiza.

Sammy le miro a los ojos y acaricio su rostro con delicadeza.

-Eres tan perfecto... -susurro sonriente.

- ¡Deja de decir eso! ¡Vete! ¡Aléjate de mí! -le ordeno con lagrimas en los ojos para después salir corriendo del lugar- ¡No vuelvas a acercarte a mí! -chillo justo antes de cruzar la puerta.

Sammy se quedo solo en aquella habitación.

Lo único que quería era ser amado y vivir a los pies de alguien, si con Joey no funcionaba con Bendy tenía que hacerlo.

Simplemente no podía permitir que rompieran su corazón otra vez.

Lo seguiría, día y noche hasta que le notara. Lo observaría todo el tiempo que le fuera posible, aunque el no lo supiera. Quería estar cerca de él, quería ver su perfecto rostro en todo momento.

Lo único que comenzó a desear desde ese instante era que una de aquellas sonrisas del muchacho fuera dirigida a él.

Comenzó a reír. Reía como un psicópata. Solo. En aquella habitación. Reía como si estuviera solo en todo el estudio o en todo el planeta. Reía como si nunca antes lo hubiera hecho.

No estaba dispuesto a sufrir de nuevo.



¡One-shots of Bendy and the ink machine! ¿POR QUÉ TU?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora