IV

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Los auriculares de Chuuya emitían un sonido tranquilizador, él estaba sentado junto a la entrada de la facultad, decidió saltarse la última clase para relajarse dibujando.
Trazaba líneas formando garabatos sin mucha importancia, había garabateado a varias chicas a las que olvidó en la parte superior de la hoja, ahora solo estaba dibujando sin poner atención estaba recreando la calle contigua a la que él se encontraba. Estaba distraído.

Tal vez estaba un poco nervioso pensando en que Osamu y él iban a tener una cita-porque estaba claro que lo era-o tal vez porque hoy también hacía un día horrible. Chuuya llevaba desde la noche pasada pensando en su cita con el castaño ¿Y si Dazai quería darle la mano y pasear así? Chuuya se sonrojó tirando de sus auriculares hacia abajo, de pronto le atacó un repentino sentimiento de vergüenza; seguro que su mano comenzaba a sudar y Dazai se reiría de él pero después le calmaría siendo tan encantador como siempre era.

El pelirrojo suspiró pesadamente aún con la vergüenza abrazándole, si Dazai quería darle la mano él se iba a dejar porque le gustaba la idea y no se iba a engañar a si mismo.
Se colocó los casco de nuevo y la música lenta le taladró los oídos de nuevo, recogió sus trastos de dibujo metiéndolos en la bolsa y se levantó.

Caminaba por la ciudad con paso lento embriagándose con la sútil musicalidad que escuchaba, a veces dirigía su mirada al cielo grisáceo y amenazante que le cubría, como odiaba los días así.

En la puerta principal de aquel parque casi solitario no estaba Dazai así que optó por llamarlo.

Primer toque

Segundo toque

Tercer toque

No fue hasta el cuarto toque donde se pudo escuchar la voz de Dazai chispeante a través de la línea. Le encantaba hablar con Dazai por teléfono.

— Hay mucho tráfico hoy Chuuya, estaré allí en cinco minutos

— De acuerdo, dile a Dolly que estoy en la puerta principal, nos vemos

Antes de que la voz de Dazai muriese a través de la línea se escuchó un tímido "perdón por hacerte esperar".
Chuuya se mordió el labio llevándose
el teléfono al pecho, elevó su mirada distraida hacia el cielo furioso perdiéndose en una senda de agradables pensamientos sobre Dazai.

     Como el hecho de que le encantaba hablar con él durante las noches por teléfono sobre cualquier estupidez.

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La presencia de Osamu era cálida y acogedora, Chuuya se sentía como en casa cada vez que estaba con él.
Incluso pasear por el parque desértico mientras el cielo amenazaba con dejar caer sobre ellos la lluvia le parecía bien mientras estuviese con el castaño.

— Siento si al final hace un mal día— habló Dazai—, sé que odias los días así

Chuuya negó levemente— está bien así, me alegro de estar aquí contigo— tan pronto como lo dijo se sonrojó

Dazai rió al imaginarse la reacción de su amigo.

— Yo también me alegro mucho la verdad, me gusta que estés aquí conmigo aunque odies los días tristes

— pero ahora estoy feliz contigo— sin duda lo dijo sin pensar y sintió vergüenza por el mismo—, l-lo que quise decir fue que...

Dazai levantó la mano haciendo que el mayor se quedase en silencio.

— Tú también me haces infinitamente feliz, Chuuya

Ambos se sonrojaros. Eran un par de bobos en realidad.

Los dos paseaban felices, hablando de cualquier cosa que se les ocurriese, a su ritmo, disfrutando de la compañía mutua que se brindaban.

— Oye Chuuya ¿Puedo pedirte algo?—preguntó el castaño

— Mmh lo que sea

— ¿Podemos darnos la mano mientras paseamos?

Chuuya miró a Dazai quien estaba sonrojado, le pareció adorable.

Con un suave movimiento rozó su mano con la contraria y entrelazó sus dedos con los ajenos, ambas manos se juntaron ajustándose perfectamente la una a la otra.
La mano de Chuuya era pequeña y cálida, detalle que Dazai no dejó al vuelo, las manos de Osamu eran delgadas y parecían frágiles.

Aquel pequeño gesto tan corriente hizo que  Chuuya sintiese una corriente de agradable afecto hacia el menor.

El pelirrojo siempre sintió que enamorarse era una pérdida de tiempo, pero para él ya era tarde, había entrado de lleno en la órbita de Dazai, quería estar con él por siempre, escucharle hablar sobre sus libros con su encantadora voz y darle la mano mientras paseaban incluso si hacía un día horrible ¿En qué momento se había vuelto tan cliché? Seguro Dazai le había vuelto así.

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Cuando las primeras gotas comenzaron a caer Chuuya miró al cielo con resignación, como odiaba la estación de lluvias.
Sin embargo Dazai se veía maravillado sintiendo como las gotas caían sobre su rostro.

— ¿Cómo te puede gustar la lluvia Dazai?

— me sienta bien—dijo—, me parece relajante ya te dije ¿Ya quieres irte?— preguntó con una inocente mueca de tristeza

— Si quieres podemos ir a mi casa, vivo cerca

— Me gustaría

Chuuya sonrió conforme tirando levemente de la mano del menor ambos emprendieron el camino bajo una lluvia que no hacía más que apretar.

Andaban al paso de Dazai, lento y casi pausado a Chuuya no le importó mojarse en ese momento, estaba demasiado enamorado de aquel hombre encantador como para preocuparse de eso.

Echó otro vistazo descarado a su amigo, era tan lindo con las hebras de cabello castaño despeinadas, su carita con su sonrisa preciosa pincelada mientras hablaba de todo y de nada al mismo tiempo. Era tan fuerte el sentimiento que sentía hacia él que pensó que moriría ¿En qué momento se había enamorado de un ciego excéntrico que se topó en la cafetería? No lo sabía pero se sentía afortunado de amar a alguien como él.

— Dazai espera un segundo— dejó escapar el enlace de sus manos dejando a un confuso castaño quieto

Chuuya se acercó a Osamu como si su cuerpo se moviese con voluntad propia, tomó aire antes de que sus finos labios se juntaran con los contrarios, Chuuya sabía a Chocolate como se imaginó vergonzosamente unos días atrás Dazai. Era un beso paciente y tierno, sin exigir nada, ese era el ritmo que ambos necesitaban, el cuerpo de Dazai se apega al más bajo tímidamente, cerró sus ojos sintiendo los suaves y dulces labios de su querido amigo, dándose cuenta de que le estaba devolviendo el ansiado beso con el que tanto había soñado, los labios de Chuuya acariciaron con ternura los contrarios por última vez y se separó de él sintiéndose desfallecer en el acto agarrándose delicadamente a Dazai.
La lluvia que seguía cayendo sobre sus cuerpos como un manto había presenciado el tímido beso.

— besar a alguien bajo la lluvia...— dijo Chuuya

Dazai rió por lo bajo, acariciando los húmedos cabellos anaranjados de su compañero

— Qué cliché— finalizó Dazai.

Desde tus ojos [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora