Soulmates | capítulo segundo.

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—Profesor, ¿le molesta si le pregunto cuál es su nombre? —un castaño habló en medio de la clase, irritado por no saber de qué forma podía dirigirse a su profesor sin que sonara de una forma estúpida

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—Profesor, ¿le molesta si le pregunto cuál es su nombre? —un castaño habló en medio de la clase, irritado por no saber de qué forma podía dirigirse a su profesor sin que sonara de una forma estúpida. 

Al joven Jung le temblaron las piernas en el momento que él hombre volteó, negando con la cabeza antes de quitar sus lentes y dejarlos en su escritorio.

—Soy el profesor Min —dijo por fin, sentándose en su silla mientras daba una vista rápida a todos los alumnos—, Min Yoongi.

—Aprovechando la ocasión, profesor Min —esta vez fue una alumna la que habló, levantando su mano para captar su atención—, ¿puedo preguntarle cuál es su edad? —una sonrisa burlona se dibujó en sus labios al escucharla, causando que todo el salón guardara silencio por tan extraño gesto.

—Tengo 28 —respondió, recuperando la postura—, si no les importa, no estoy aquí para recibir entrevistas. No sé si lo notaron, pero ya he conseguido empleo. Aún así, gracias por su interés —el salón entero comenzó a reír por sus palabras. Él rió un poco también, negando con la cabeza repetidas veces. Hoseok no sabía lo que estaba pasando en su interior, pero lo que si sabía, es que sus sentimientos hacia el profesor Min no eran normales.

Lo confirmó cuando sus miradas chocaron por casualidad y su corazón amenazó con salirse de su lugar, haciendo que sus mejillas se enrojecieran hasta hacer juego con el color de su cabello.

Su mirada era tan profunda que él no podía evitar dejarse perder en ella cada vez que lo observaba. Sus movimientos parecían precisos y despreocupados, su voz al hablar, su personalidad y la expresión que le hacía compañía siempre, a los ojos de Hoseok eran cosas únicas y que le gustaban en demasía. Se entretenía por largos momentos mirándolo fijamente a veces sin ser del todo consciente y sin creer que de verdad existiera persona tan atractiva en el mundo.

Realmente se sentía como un niño perdido y enamorado de la forma más inocente y pura posible. Lo sabía por la forma en la que su pequeño yo soltaba gritos de emoción en su interior cada vez que tenían algún tipo de contacto. El profesor Min era como una especie de amor platónico para Hoseok, su tipo ideal en carne propia.

—Debo estar mal de la cabeza —se dijo a sí mismo en un susurro casi inaudible mientras escribía en su cuaderno.

—Debo estar mal de la cabeza —se dijo a sí mismo en un susurro casi inaudible mientras escribía en su cuaderno

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