[Capítulo I]

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«TRUENO»

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«TRUENO»


Levanté lentamente mis párpados. Una, dos veces, a la tercera vez dispuse a quitarme las sábanas de encima de mi cuerpo sudado por alguna extraña razón. Había despertado a causa de los gritos y ruidos que saturaban mis oídos de parte de mis vecinos. La habitación se encontraba escasa de luz, el rosa de las paredes se veía muy tenue.

Fui directamente a mi closet ubicado a la izquierda de la cama donde dormía aquella noche a buscar algo de ropa que ponerme: un jean azul y un suéter negro fueron suficiente.

Dejé atrás mi dormitorio para luego dar siete pasos y ya estaba en la escalera que llevaba hacia el piso de abajo. El primer piso constaba de una oscuridad total, excepto en la cocina, la cual tenía un ligero rayo de luz que entraba por una ventana pequeña. Ahí no se encontraba ni Papá, ni Mamá, ni tampoco Leah. Seguí los gritos alarmantes y decidí ver que ocurría en el exterior. No tuve ninguna dificultad al cruzar por toda la casa en la nebulosidad hasta llegar a la puerta principal: una pesada puerta de roble traída desde Chile, uno de los cinco lugares los cuales visité durante mi estadía en la Tierra, giré la perilla y abrí la puerta sin mayor esfuerzo. A mis diecisiete años conocía la casa que nos otorgaron a la perfección.

Sin siquiera dar un paso, de inmediato el frío me cubrió la piel que traía libre y una grisácea opaca niebla me nubló la vista. Mis padres estaban ahí, en el anti-jardín junto a Leah. Sus ojos verdes notaron rápidamente mi presencia. Nunca logré ver de manera exacta mis ojos, pero la mayoría de las personas mencionaban que estos eran iguales a los de mi hermana. Me acerqué observando hacia las otras casas de la calle, todos sus habitantes permanecían fuera de sus residencias.

®¿Qué ocurre? - especifiqué lo que quería saber cuándo estaba a dos pasos de mis padres. Papá y mamá se voltearon para verme a los ojos. Leah se separó del brazo de mi madre para hacer la misma acción.

®-Aún no lo sabemos. - empezó diciendo Mamá. - hace unos minutos ha caído un trueno. - El nerviosismo se notaba en su voz. Miré fijamente a mis padres, sus caras hablaban por si solas. La inquietud, el caos., la curiosidad de saber lo que sucedía en los niveles de más arriba.

®-Hace media hora se llenó todo de niebla y los ángeles de la esquina de guardia doce avisaron a todas las casas de tal hecho. - Papá señaló hacia arriba, hacia exactamente el piso once.

Leah guardaba silencio.

Segundos más tarde se me ocurrió decir «¿Y los ángeles del piso doce? ¿No han dado noticias?» creí que fue mala idea mencionar eso ya que recibí como respuesta «Estas bromeando ¿verdad?» de parte de mi hermana, quien había estado muda hasta rato antes.

®¡Leah no hables de ese modo! - dijo de inmediato mi madre, mientras la miraba de forma discreta. Ésta admitió respondiendo «Bueno, Hayley», así llamaba a mi madre cuando de vez en cuando le corregía. - Allison- me mencionó cambiando de inmediato de tema, hizo una pausa y continuó hablando. - ¿no supiste lo que ocurrió? -Dudosa a que se refería negué con la cabeza agitándola hacia un lado.

Ángeles Caídos [En Edición]Where stories live. Discover now