[Capítulo III]

12 3 0
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


PARTE NARRADA EN TIEMPO ANTES.

Una llama acababa con una casa de la cual sólo quedaban cenizas, no era la única que se estaba quemando, un nivel entero se quemaba o talvez dos.

Todo paso por mis ojos cuando junto a Lars habíamos acabado de entregar unas mochilas, a las que se dedicaban hacer mis padres, en el onceavo nivel. Yo lo acompañe esa vez creyendo que volveríamos sin ningún problema a casa, fue raro ya que no podemos subir a un nivel que no sea el nuestro y papá no dio ninguna respuesta a mi duda.

El decimotercero nivel ardía en llamas. Las llamas abordaban completamente el último piso del cielo hasta esos momentos. Nos quedamos parados boquiabiertos sin saber que hacer, la gente comenzaba a salir de sus casas y de inmediato inclinaban sus cabezas hacia arriba, pero en un lapso de segundos todo se opacó, nubes completamente negras nos rodeaban, entre sombras vi la silueta ancha de mi padre y me acerqué de inmediato a él.

- ¿Qué hacemos? – Creo que casi dejé sordo a mi padre con mi grito. – ¿¡Bajemos?! – Sonó más bien una orden que una pregunta. Papá negó con la cabeza.

-No podemos, los pisos se bloquean, nadie se mueve. - Los gritos de las personas estaban por todos lados y las lágrimas empezaban a caer.

Corrimos hasta el callejón más alejado al centro del piso. De repente el cielo entero se teñía naranjo, más bien rojo, cómo si el mismo infierno se estuviera mezclando con nuestro cielo, y eso era lo que estaba ocurriendo niveles más arriba. Un rayo naranjo cayo justamente en una casa grande amarrilla calles más allá, el fuego acabó con esta en menos de veinte segundos.

El pasaje donde estábamos era de una calle larga pero angosta y finalizaba con un árbol sin hojas.

Nosotros estábamos apegados a un muro de ladrillos igual a uno que estaba frente a la casa que tuvimos en la tierra, si bien no me equivoco en México.

La toz se empezaba a escuchar seguidamente. Y explosiones retumbaban desde los pisos de arriba. Un grupo de niños próximos a unos ocho años pasaron corriendo entre el humo y la mitad de estos tosiendo.

- Papá. – alarmé. – papá. – lo nombré por segunda vez entre tosidos. – me duele la cabeza. – Un dolor de cabeza intenso había llegado minutos antes y en esos instantes era más fuerte.

- Toma agua. – me ordenó y me paso la botella de agua que traía guardada.

Bebí un poco mucho dejando la botella hasta la mitad, a punto de separar la botella de mi boca, y los gritos comenzaron a oírse desde arriba, muchos gemidos y llantos.

Restos de cenizas empezaron a desbordarse desde el piso de arriba. Ocurrió algo indescriptible. Primero alas cayéndose, luego un cuerpo, estaba asustadísima llorando acurrucada a un costado del muro y papá sólo estaba sentado con uno de esos aparatos que usaban en la tierra tratando de llamar a mamá. Otro cuerpo, tres cuerpos, cuatro, cinco, y una lista incesable de cuerpos caídos, ángeles caídos.

Todas las casas que había en esa calle eran de una forma triangular y de colores claros, sus dueños observaban desde las puertas lo que ocurría.

Yo nunca había estado ahí, ese lugar era completamente desconocido para mí, había ido de vez en cuando al primer, segundo y tercer piso, pero nunca subí a los pisos superiores al nuestro, ya que eso estaba prohibido.

Papá divisó una llama que venía directo a nosotros, pues estábamos en medio de dos calles, me agarró del brazo y me tiro del brazo hasta que llegamos a un árbol lo suficientemente grande para protegernos.

- La guerra ha comenzado, – comenzó a decir papá entre sollozos. – nuestros antepasados lo profirieron. - añadió y terminó dejándome en duda.

No entendí lo que menciono, no sabía a que se refería, sin embargo, al parecer él tampoco esperaba que yo lo comprendiera, después de todo yo era muy pequeña, tenía tan sólo doce años.

Doce años y ya había visto el primer ataque de parte de los monstruos, pude ver más cerca que nunca cómo se llevaban a aquellos ángeles mientras estos lloraban y gritaban como si fuera posible salvarlos.

El décimo tercer piso se destruyo por completo, las cenizas fueron polvo y se quedaron en el olvido, esa fue una de las mayores tragedias que ocurrió en nuestro cielo. Desde ahí que sólo hay doce niveles y se acordó que nunca se volvería a hablar del tema.

El doceavo nivel se cerró, eso significó dos pisos menos, cientos de ángeles muertos, cientos de ángeles caídos.

Porque nada dura para siempre y los dos sabemos que el corazón puede cambiar. Y es difícil sujetar una vela bajo la fría lluvia de noviembre. – Guns n' Roses 


Ángeles Caídos [En Edición]Where stories live. Discover now