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Todo se repetía, la misma historia se repetía.

Ness corría para poder alcanzar a Lucas, quien lloraba porque había perdido una batalla. Parecía un cliché. Todo era la misma historia.

Lucas ya no quería eso.

Quería disfrutar de la brisa del aire y cielo, quería vivir sin tener que preocuparse, deseaba poder ser unos de los mejores peleadores.
Pero, parecía que su sueño estaba muy lejos. Esta vez no se dejaría.

No se dejaría ganar por la notable velocidad de el azabache. Ya no. Entonces, aceleró su paso dispuesto a perderlo. Ness notó esto y bufó. Ya andaba hasta la madre de sus mamadas.

Para ganar tenía que esforzarse y entrenar, no salir corriendo como marica.
Lamentablemente ese marica le gustaba, y mucho.

Pero no se sentía como sus anteriores atracciones. Lucas era diferente. Era dulce, considerado, y un niño muy lindo.
Era perfecto, y a pesar de eso, lo de marica no se le quitaba.

Finalmente paró. Y no estaba en cualquier lugar, sino en un campo de flores. Girasoles, siendo específicos.

A lo lejos pudo visualizar a Lucas, quien se encontraba sentado sobre el pasto.
En sus manos acariciaba a la hermosa girasol. Se veía tan lindo, cuando estaba concentrado.

Pero no estaba aquí para joterias.

—¡Lucas! —gritó logrando asustar al ojos zafiro.

—¿Sí?

—Sabes por lo que vine.

—Oh...

Se veía tranquilo, y ni se atrevió a hacer berrinche, ni a llorar. Simplemente, se paró y se dirigió a la mansión.
Algo lo incómodo en sus adentros.

—¿Lucas?

—Ness... ¿Crees que pueda volver al campo?

—Ya empezaste con tus homosexualidades wey.

—¡Ness! —gritó avergonzado, haciendo carcajear a su contrario.

—Jaja, no lo sé, si tú quieres.

—Si quiero.

—De acuerdo. —Terminado todo ese show, los dos preadolescentes regresaron a su hospedaje, en la mansión Smash.

❨🌻❩ ⎯⎯⎯⎯⎯⎯⎯  𝙎𝙪𝙣𝙛𝙡𝙤𝙬𝙚𝙧.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora