Episodio XV

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Su cuerpo arde, pero no es aquel ardor que siente por heridas o alguna enfermedad, es un ardor que no sabe como describirlo, en sus recuerdos se aloja solo una vez lo que sintió de tal manera; en una noche. Se muerde el labio con fuerza y ni siquiera él sabe a ciencia cierta porque lo hace, quizás para distraerse de toda ola de sensación que le lleva a tener el sucio, que le incita a abrir en su mente aquel lado que tiene encerrado su libido.

Sus ojos se mantienen fuertemente cerrados evitando observar el lugar o al mismo sucio, esta muriendo de pena y de otras sensaciones que no hacen más que carcomerlo dejando culpa a su paso. No quiere saber lo que esta haciendo el sucio, pero puede imaginarlo por el tortuoso tacto y otro sentido que no puede evadir.

Todo un frenesí, una mezcla de roces y sonidos con vista borrosa, un intento por perderse con los toques de aquel sucio y fusionarse con lo que pueda desaparecer y a la vez quedarse. Él no tiene ni idea de lo que debe o no debe hacer, es su castigo por no haber pensado como un adolescente normal durante todos esos años, por saltarse aquel paso donde Minho lo arrastra casi contra su voluntad.

Culpa al sucio de hacer colapsar su cuerpo, porque cae al suelo cuando sus delgadas piernas no pueden soportar la situación, cuando se vuelve más débil y cede ante caricias que debería estar despreciando. Su interior estalla y por fin se digna a abrir los ojos, solo por curiosidad o porque esta confiado de la poca luz que hay. Es estúpido. Su vista es borrosa, pero cuando enfoca a Minho quiere hundirse en la tierra, despertar en su cama o simplemente desaparecer, porque mirar al sucio es distinto, observarlo es una mezcla entre erotismo y vergüenza. Sus quebrados labios se hunden con los de Minho y toma su oportunidad de volver a cerrar los ojos, no quiere ver lo que ocurre, no quiere ver a Lee Minho.

Describir como es que late su corazón seria inútil, porque parece que su corazón se ha dado por vencido y ha dejado de hacerlo. Manos cálidas recorren su cuerpo deshaciéndose de su vestimenta, la tela delgada jamás se había sentido tan pesada. Escucha roces entre ropa y piel, la mejor amenaza que le dicta que no abra los ojos, que los mantenga cerrados huyendo del sucio que lo domina. Su cerebro se desconecta de su cuerpo, se arriesga y observa.

Maldito Minho y su desgraciado cuerpo.

Siente los suaves labios de aquel sucio sobre su cuello encaminándose a sus notadas clavículas, respira agitado, su pecho se eleva y desciende con rapidez y quizás el sucio lo ha notado porque toma su mano como un acto de consuelo. Maldice el jodido calor que se siente entre la poca distancia de ambos, es como un horno, como fuego, lo que sea que queme y que haga sufrir. Por un segundo su mente se desvía y se pregunta a dónde carajos han lanzado su ropa, es un respiro para que busque con la mirada por su entorno y observe prendas sobre el suelo, aunque claro, las de Minho han sido acomodadas sobre sus cosas, es absurdo, pero lo ha dejado respirar y distraerse entre todo el caos interno que esta sufriendo.




 Por un segundo su mente se desvía y se pregunta a dónde carajos han lanzado su ropa, es un respiro para que busque con la mirada por su entorno y observe prendas sobre el suelo, aunque claro, las de Minho han sido acomodadas sobre sus cosas, es a...

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SUCIO || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora