Episodio X

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Minho parece molesto, o al menos eso piensa Jisung cuando cambia el vendaje de su pierna, no hay antibióticos por lo que el sucio deberá soportar el dolor de abrir la herida, porque Jisung no le contara que él puede conseguir medicamentos con facilidad, es como un castigo por haber echo o que hizo. Cuando ve que todo esta en orden asiente y se prepara para irse.

 — Me voy —Anuncia pero Minho ni siquiera voltea a verlo, Jisung hace una mueca y suspira, se niega a creer que el sucio le pueda gustar con esa actitud infantil.

No dice más, opta por irse en silencio dejándolo solo en aquel túnel, quizás es lo mejor, alejarse con cualquier excusa es bueno cuando después de tanto se enfoco en un simple echo de que le gusta, es un primer paso para dejar ese tema como un mal recuerdo o una mala decisión.

Mantenerse como una piedra es su objetivo, porque sabe que puede quedar a merced de alguien que quizás busca hacer daño a su pequeña ciudad, esta tan confundido y perdido que no quiere pensar, prefiere solo escapar un segundo de todo y desaparecer de todo lo que ocurre, correr sin rumbo y perderse en un lugar donde no haya consecuencias, donde no sienta nada y donde consiga odiar al sucio. Porque Jisung no lo odia, ni siquiera le desagrada, intenta que ocurra, intenta hacer que sus actitudes lo hagan desagradable, pero no puede, termina cayendo siempre en lo mismo, y es por eso que se molesta, porque Minho le atrae y cada cosa que él haga tiene una reacción en él que no puede evitar, es por eso que se castiga tanto por estar molesto.

Camina por la ciudad, ni siquiera esta a punto de obscurecer, ha pasado alrededor de 5 horas en un túnel y se da cuenta de que le ha parecido mas tiempo, porque sus días solían ser más ajetreados, pero ahora, con pocos clientes y viviendo de lo que le da Minho y JeongIn siente que tiene mucho tiempo libre, y lo usaría para estar con Minho, pero si sigue cayendo ante él llegara un punto donde no se podrá levantar, donde se quede a sus pies y no pueda negarse a cualquier petición, es por eso que prefiere deambular por la ciudad convenciéndose de que es mejor no sentir nada a que odiar, porque quiere alejarse como lo hace con sus clientes, quiere eliminar cualquier vinculo y dejar sus sentimientos fuera, pero de nuevo, no puede.

La calle es larga y no hay mucha gente, de hecho esta desierta como casi todos los días, lo entiende pero a la vez piensa en que los soldados deben de estar cerca, porque ha visto a una mujer caminar con prisa a menos de que soldados vengan en esa dirección. Trata de comportarse lo mas tranquilo que puede cuando los divisa a lo lejos, son dos que parecen mayores a él, suspira y piensa en cambiarse de lado de la calle, porque realmente no quiere cruzar a lado de aquellos intimidantes hombres, pero también piensa que se ofenderían rápido e irían tras él solo para molestarlo. Decide por seguir con el perfil mas bajo que puede, esta cerca de la escuela así que no quiere problemas.

Su corazón late con miedo, no lo puede evitar, todos los años de su vida ha sufrido aquel miedo que todos esconden y que nadie necesitaba decir, porque a Jisung solo le aterraban los soldados vivos de los que no se podía aprovechar, de los que se defenderían aun si no corrieran peligro, y jamas pensó tenerlos cerca hasta el día en que comenzaran a rondar por la ciudad.

Sentía sus latidos en el pecho conforme se acercaba, solo tenia que pasar entre aquellos hombres, porque hacerse a un lado solo era algo que las mujeres podían hacer, incluso los impuros tenían que seguir recto para probar que eran verdaderos hombres y no maricas ante los soldados. Cada paso hace que sus extremidades quieran temblar, su garganta esta seca y envidia a aquellos que no les temen a los hombres uniformados. Cuando los tiene a solo pasos de distancia ni siquiera los mira, su cabeza se mantiene baja en busca de una salida rápida, sabe que pronto pasara aquel infierno, solo tiene que seguir en calma, falta poco para que todo termine.

"Falta poco" se repite mil veces las mismas palabras. Pasa entre ellos como si todo se detuviera, tan lento que le quema el pecho, lo consigue y cree que ya puede respirar. Pero uno se detiene y voltea a mirarlo, lo sabe porque los vigila por el rabadillo del ojo, no quiere detenerse y por eso no lo hace, finge que no lo ha visto, cierra ambos ojos con fuerza pensando en lo que pudo haber hecho mal, quiere correr pero no se lo permite.

SUCIO || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora