Capítulo 3: María

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El timbre acaba de sonar tan estridente como siempre. Ya era el recreo. Esta vez a Pablo se le había pasado el tiempo rápido. A primera hora tenía castellano y a segunda, valenciano. En el recreo se juntó con su pandilla, como siempre. En realidad, nadie de su pandilla había ido con él a clase. Como de costumbre, hablaron de videojuegos, en concreto el Rocket League.

- ¿Habéis visto el Monster track que acabo de desbloquear?

- Sigo prefiriendo mi DeLorean -a Pablo le encantaba ese coche.

Sonó el timbre y subieron a clase.

Por la tarde, al salir de clase Pablo no fue a casa. No había quedado con nadie, pero prefería dar un paseo. Se puso sus cascos Marshall y los conectó a su viejo móvil HTC. Acto seguido abrió el reproductor BeatBox y puso la lista de reproducción de favoritos. Sonaba Nirvana, A Perfect Circle, Iron Butterfly, Janis Joplin...

Cuando se quiso dar cuenta estaba en la calle Jesús. Ya era un poco tarde, y como no le apetecía caminar más, cogió el metro en la parada Pl. Espanya para bajarse en Campanar.

Al día siguiente era sábado. Por la mañana se despertó tarde y no hizo nada. Se encontraba demasiado cansado. Por la tarde había quedado con María. Habían quedado en Nuevo Centro. María llegaba diez minutos tarde. Siempre que había algún problema de impuntualidad resonaban en su cabeza las mismas palabras "Si llegas antes de la hora has llegado, si llegas a la hora llegas tarde y si llegas después de la hora no has llegado."

-Hola

- ¿Hola, ¿qué tal?

-Bien, ¿y tú?

-También bien.

Pablo se moría de ganas de decirle todo lo que sentía, pero no era el momento. La tarde se desarrolló con normalidad. Compraron un yogur helado en la archiconocida tienda del Nuevo Centro, dieron una pequeña vuelta por dentro del centro comercial y luego salieron al río, donde caminaron un rato.

-Me tengo que ir ya, que el metro que llega hasta Bétera pasa a cada hora.

Se despidieron y María se fue. Pablo se lo había pasado bien, pero en el fondo notaba como que había perdido la tarde, ya que ni se había declarado ni María dio ningún indicio de estar interesada en él.

La vida es duraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora