Capítulo 8: El fin

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Nada más bajar al recreo se cruzó con María. Por el mismo motivo por el que no hablaba con ella de normal no le dijo nada. Se encontró a Juan y hablo con él.

- ¿Cómo estás? ¿Qué te pasaba?

-Con siete chicos que sepa. En menos de un mes. Hemos roto. -Dijo depresivo.

- ¿Aida? ¿Te ha puesto los cuernos con siete chicos? ¿Cómo te has enterado?

-Estaba con unos amigos que no sabían que era mi novia y empezaron a hablar de ella. Yo me quede callado y en pocos minutos empezaron a decir con quien se había liado. Cuando acabaron de hablar les dije que era mi novia.

- ¿Y todo este tiempo que no has venido?

-Me he quedado en casa sin hacer nada. Simplemente no tenía fuerzas. La cosa no es que hayamos roto, es la cantidad de chicos con los que me ha engañado.

-No pasa nada. Encontrarás a la adecuada.

- ¿Y tú con María?

-Ayer le dije que tenía que hablar con ella. No sé cómo acabará.

Por la tarde, a la salida, María le sorprendió por la espalda.

- ¿Qué me tenías que decir?

-Vamos a un sitio un poco más apartado.

Pablo se la llevó a un lugar del patio, que, a pesar de estar en el centro, nadie pasaba por hay.

-Veras, hay algo que te tenía que decir desde hace tiempo. Me gustas. -Dijo Pablo con dificultad.

-Estoy saliendo con él. -Dijo María con tristeza.

-Me lo temía. -Pablo tenía los ojos llorosos. - De todas formas, te lo tenía que decir.

- ¿Qué hacemos ahora?

-Nada, tu ser feliz y hacer como si nada.

La vida es duraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora