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Capitulo Primero: "Me encontré un Kwami"

Desde que tuvo memoria siempre fueron gemelas.
Estuvieron juntas por mucho tiempo y lo siguen siendo.

Iguales pero muy diferentes.

—Lo siento, llegó tarde.

—No te preocupes yo llegue diez minutos antes—rié nerviosa

—¿Y? ¿A dónde quieres ir hoy?

—Donde me lleves.

—Te parece, con André por un helado

—Claro~—toma su mano y juntos van cerca de la Torre Eiffel donde seguramente se encontraría el heladero.

Al pasar por un edificio el ventanal tipo espejo los refleja. Una hermosa pareja, él es alto de rubia cabellera, ojos de un color verde azulado, tomado del brazo de ella, cabellos cortos azul azabache, sueltos con un pasador lila, un vestido rosa con encaje de peonías en la parte inferior, zapatos bajos color salmón, ojos zafiro con un delineado simple y con brillo rosa en sus labios.

Los dos sonreían de lo contentos que estaban, hasta que ella pareció tropezar con algo.

—¿Eh?—una cajita hexagonal, miró a ambos lados y la guardó en su bolso rosa de lado.

Su pareja pareció ignorar eso y siguieron con lo suyo, una cita.

—Sabes...ya extrañaba esto...estar contigo—comenta mirando sus ojos zafiro.

—Solo los sábados... Qué fortuna

—¿Mmm?

—Solo pensaba—rié—que fortuna de que le haya dicho a mis padres de que tenía una pijamada con Rosita y Julenka~

Se lanza en un abrazo ante el sorprendido chico. Valla la suerte tiene en ese día.

—¡Oh! Güi~ Enamorados!—André al verlos acercarse sacó un cono de helado—Pistache y Mora—se los dió con una cereza y crema batida, y obvio que dos cucharas.

Dijeron un gracias y se sentaron en una banca para mirar el río. Acaramelados fijan su vista en un candado blanco del puente, un candado que ellos pusieron hace un año exacto.

—¿Tu Padre te dejó?—pregunta ella al entrar a un departamento cerca del Museo Louvre.

—Si, pero con la condición de que mis calificaciones sean perfectas al igual que mi rendición en el trabajo.

De su nevera sacó un jugo que sirve en dos vasos.

—Gracias—da un trago—por cierto tengo nuevos diseños.

De su bolso saca un cuadernillo pequeño y se lo entrega, pero él lo deja en la mesa. A su alrededor hay varias cajas abiertas y otras cerradas, sus ojos se encuentran en algún punto del tiempo. No hay más acción que un beso, un tímido beso que agarra fuerza y pasión, se vuelve salvaje y se torna lujurioso. Pero él se detiene al cabo de unos segundos.

—Espera...tu...—lo empuja y cae en la cama, ella se sube a él.

—Ya Félix, tengo quince años no pasará nada... además me debes mi regalito~

Hace un puchero, sus manos bajaban por los botones de su camisa y paraban al llegar a su cinturón, al subir su vista se topa con una mirada traviesa y sonrisa coqueta.

Se rinde y otro beso inicia, uno más allá de ser inocente, uno donde se desborda lujuria y poco a poco va nublando sus juicios, el instinto comienza a dominar y gustosos se dejan llevar, no hay control y timidez, solo desenfreno y pasión.

Ella Donde viven las historias. Descúbrelo ahora