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He soñado contigo últimamente, ahí he podido sentir el tacto de tus la labios una vez más. Me he perdido en ellos, en la sensación que parece sofocar los demás sentidos y aturdirlos.

Me he perdido en el momento, olvidando por completo que todo era una fantasía.

Cuando estoy despierta y me besas sueles tomar mi cintura y apretarla levemente. He de admitir que en un principio mis inseguridades me generaron un pavor al sentir tus manos sobre mí. Temía por no ser lo suficiente buena para ti, por el no cumplir todos los estándares que tienes sobre mí. Estoy consciente que no eres superficial pero aún así temo por mí.

Cuando las yemas de mis dedos rozan tu barba recién salida procuro que la sensación se tatúe en estos para así no olvidar ese hormigueo tras tu partida y, sólo así fingir que sigues aquí.

Sé que me he vuelto la adolescente que la cultura pop se esfuerza encarecidamente por estereotipar... pero no puedo evitarlo. Te sientes tan real, me haces tanto bien (y mal a la vez), te sientes como el primer amor (aunque no lo seas).

Alguna vez te hablé de él, no estoy consciente si recuerdas su nombre; pero es mayor como tú, súper inteligente y algo patán. Aún recuerdo aquella noche cuando ambos nos sinceramos y narramos nuestras malas experiencias. Esas mismas que nos desalentaron por mucho tiempo (al menos para mí así fue), sin embargo, acabé por omitir muchos detalles por miedo a lo que pensaras pero, ¿habría estado bien que te contara todo? Pude contarte sobre sus constantes insinuaciones a tener sexo, sus comentarios ante mi apariencia (que eran muy negativos), la forma tan despectiva y dura con la que juzgaba todo y su poco amor al arte, pero al final, no lo hice por miedo que pasaría, a tu reacción. Así que en su lugar sólo hablé sobre lo que pasó después de su partida: el dolor y soledad con la que he lidiado, las inseguridades y baja autoestima que acabó por acentuarse en mi ser.

Cuando te conocí la soledad era menor, el dolor no existía y me encontraba estable, me encontraba en mi mejor punto. Estaba preparada para charlar y conocernos pero no para una relación y sin embargo, aún así me convenciste (inconsciente y conscientemente) para quererte y poco a poco encariñarme contigo.

No sé si haga bien al estar contigo porque siento que por momentos me pierdo y me lastimo pero sé que contigo de mi lado estaré bien.

Me ayudas a dejar de llorar, me das el abrazo inclusive cuando no lo necesito y me besas para recordarme lo mucho que te importo y me quieres.