1. Todo es cuestión de actitud.

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El atardecer había sido hermoso, el cielo estuvo bañado de diferentes tonos de rosa, púrpura y azul, había sido realmente relajante caminar descalza en la playa después de tantos días de carreras y afanes. La culminación de otro año escolar daba inicio a la temporada vacacional, que se pretendía tomar como un tiempo de reposo, ese anhelado descanso, donde lo que realmente quería era dormir y dejar de lado los quehaceres del hogar.

Jissel logró convencer su joven tía de acompañarla un rato a algún lugar de la Zona Rosa para relajarse y salir de la rutina. Su mundo era bicolor - trabajo e hijos - nunca buscaba algo diferente, siempre estaba de un color o del otro. A veces de ambos al tiempo. Salir un rato a hacer algo diferente de seguro la iba a animar a sacar de esa vida tan aburrida en la que siempre se mantenía. Jissel en definitiva buscaba sacarla de su ensordecedora rutina. Si no fuera por ella ahora estaría viendo alguna serie de asesinos seriales o X Files.

– Jissel termina de maquillarte y llama a tu amigo. Pregúntale si vienen por nosotras o si llegamos a algún lugar en específico. – dice mientras remueve varias prendas en su ropero y la mira a través del espejo.

– Listo tía, voy a ver qué me dice. – Después de escuchar su celular llegar hasta el mensaje de buzón de mensajes continúa - Nada tía, no me responde.

– Intenta más tarde. - Coloca una prenda frente a ella y cuestiona - ¿Será que está blusa se me ve bien? No estoy acostumbrada a usar este tipo de ropa.

Jissel la mira de reojo y ve esa blusa en seda color bronce con pequeños brillantes en el busto que no mostraba nada, pero la hacía ver realmente hermosa y sexi. Su tía era una mujer de 28 años que lucía muy bien, tenía 2 hijos, pero su cuerpo no lo evidenciaba. Era la primera vez en mucho tiempo que salía, así que no se sentía cómoda con la situación. Jissel se gira y le dice:

– ¿Crees que cualquier mujer se vería como tú?- Después de una corta pausa con el celular pegado a su oído prosigue - este loco no me responde, tía.

-Me siento preocupada, si no te responde ¿qué hacemos? - responde peinándose el rojizo cabello, tratando de hacerlo ver "decente".

Desde hace más de siete años no se esmeraba tanto en verse bien, antes salía con algunas compañeras de trabajo a almorzar, pero nada fuera de la rutina, maquillarse, ponerse tacones, ropa que muestra un poco más no es lo que realmente le emociona, prefiere unos jeans y tenis para salir a algún parque con sus hijos o tal vez algo más cómodo para pasar un tiempo en la playa.

– No te preocupes tía... ¡¡¡Todo es cuestión de actitud!!! – guiña su enorme ojo izquierdo exquisitamente delineado.

Jissel tenía toda la frescura de la juventud, veintidós años y una genética que era la envidia de muchas mujeres, incluyendo a su joven tía. Alta, delgada, trigueña de labios carnosos, un trasero genial y una hermosa sonrisa. Tenía puesto un short negro, que dejan ver sus hermosas piernas, una blusa verde menta con pequeños vuelos al rededor del busto y unos altísimos zapatos que la hacían ver aún más alta.

Unos minutos más tarde sin que les contestaran el teléfono celular, decidieron ir a dar una vuelta "por allí", para no quedarse "vestidas y alborotadas". Llamaron un taxi que las recogió frente al diminuto apartamento. Bajaron las escaleras entre carcajadas y repetían la frase de la noche: TODO ES CUESTIÓN DE ACTITUD.

Cuando llegaron al centro amurallado, vieron el acostumbrado alumbrado navideño, sin mucho afán caminaron bajo la Torre del Reloj. Jissel, que era tan pilas para las salidas nocturnas, toma la iniciativa de sentarse en la única mesa libre de ese bar al aire libre, allí sentadas en las rústicas mesas de madera, piden dos cervezas.

El Color PerfectoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora