Capítulo 3

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Me parecía que el tiempo no avanzaba desde que Seiya y Yaten se habían ido. Mina camina sin cesar, dando vueltas con ansiedad por el camarote mientras que yo estoy sentada, mirando a la puerta que nos separa de lo que sea que esté sucediendo allá arriba, como si eso hiciera que ellos vuelvan más rápido a pesar del constante ruido que proviene de la cubierta del barco. Pareciera como si arriba estuviera ocurriendo una batalla mientras que nosotras estamos aquí encerradas.

–No podemos quedarnos aquí sin hacer nada, Serena

–Pero tampoco podemos pretender ir a luchar cuando no sabemos cómo hacerlo. Nos guste o no, no hay nada que podamos hacer.

–Lo sé –respondió Mina frustrada–. No te imaginas el miedo que tengo de perder a Yaten.

–Claro que lo sé, es el mismo miedo que tengo de que algo le suceda a Seiya –le dije mientras me ponía de pie y me acercaba a ella para abrazarla–. Hay que mantener la fe y la esperanza, Mina. ¿No fue lo que me dijiste la noche de mi fiesta de compromiso con el Príncipe Diamante?

Ella me miro con una pequeña sonrisa, separándose un poco de mí. –Sí, eso te dije. Y me parece que desde entonces ha pasado una eternidad con todo que ha ocurrido.

–Te entiendo, me siento igual. Pero hay que confiar en que ellos van a volver con nosotras a salvo.

–Tienes razón, Serena –coincidió ella–. Ellos van a volver, Yaten tiene que regresar... sobretodo porque me pidió que me casará con él.

La mire sorprendida. –¿De verdad? ¡Eso es maravilloso, Mina! ¿Qué le dijiste?

–Obviamente le dije que sí. No hay otra respuesta posible porque él es el amor de mi vida.

–Y en su mirada se nota que tú también lo eres para él. Es una razón más para que él vuelva.

El ruido proveniente de la cubierta se empezó a hacer mayor, como si la batalla que posiblemente esté ocurriendo se hubiera vuelto más intensa, pero estando aquí encerradas es difícil saber quién está ganando.

–¿Crees que Neherenia...? –musito Mina asustada.

–Ambos vimos de lo que Haruka y Michiru son capaces de hacer cuando nos rescataron, y considerando que todas las chicas son guerreras, no se le será tan fácil derrotarlas.

El ruido de la batalla se hizo más estridente, mientras que Mina y yo escuchamos con atención en un intento en vano por tratar de saber que está sucediendo arriba. Tan enfocadas estábamos en escuchar, que nos sobresaltamos cuando la puerta del camarote se abrió, y para mi horror apareció el Príncipe Diamante escoltado por dos soldados del ejército de Luna Negra.

–Con que aquí tenían escondidas esas salvajes a mi hermosa prometida y a mi cuñada –dijo el Príncipe Diamante complacido al vernos–. Ya están a salvo, nos encargaremos de llevarlas de regreso a Luna Negra.

–Lástima que nosotras no estamos tan felices de verlos –replico Mina desenfundando su espada–. Nosotras no iremos a ningún lado con ustedes.

–Pero, Princesas, nosotros hemos venido a rescatarlas de las garras de quienes las secuestraron

–Siento informarle, Príncipe Diamante, que a nosotras nadie nos secuestró, simplemente recibimos ayuda para escapar de Luna Negra. Así que no iremos de regreso con ustedes y por si no se había dado por enterado, le informo que nuestro compromiso en matrimonio queda cancelado –le dije con firmeza.

–Vaya... realmente lamento escuchar eso, Princesa Serena, más aún lamento que mi futura esposa y Reina de Némesis me mire de esa manera.

–Ya le dije que no me voy a casar con usted. Y de ninguna manera seré la Reina de Némesis.

Cuando La Oscuridad Se AcerquéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora