Si una caricia entre labios lo cambia todo, ni pensar lo que haría la primera vez en el roce de las pieles en la pasión desenfrenada de hacer el amor... Es el colmo.
Solo fue una vez y se prometió que nunca más volvería a pasar, aun así ya está buscando un psiquiatra o algún psicólogo cercano al cual no ha traumatizado en su infancia ni la pubertad de secundaria, las cosas no le estaba yendo para nada fáciles con esa búsqueda casi imposible, no se ha dado por vencido.
Las obligaciones que tiene le quitan tiempo y mente, justo lo que necesitaba para contrarrestar su falta de un antídoto que elimine ese recuerdo, los deberes correspondientes a su puesto en el consejo estudiantil, las cuales ha llegado justo a tiempo a cada una como nunca antes lo había hecho en los tres años de la preparatoria y eso fue algo que sorprendió a todos e incluso hizo huir a más de uno pensando que se acabaría el mundo o los mataría en alguna clase de plan alocado como en la infancia ¿Por qué todos le recordaban sus manías de niño?
Desde lo ocurrido en aquella noche, donde la cama le resulta una fobia y ha tenido que dormir en el sillón junto a la rana Clyde segundo. Eric ya no podía cruzar de la calle con normalidad sin recurrir a la paranoia de usar disfraces que camuflaran toda su increíble esencia aun si solo tiene que ir por un cartón de leche al mini súper cuando su madre no estaba en casa, y ocupar de media hora de maquillaje y arreglos de peluca donde su cabellera castaña no se viera ni por un poquito o acabaría encerrado en su cuarto hasta navidad por la vergüenza, la cosa era peor cuando su madre se hallaba pero lo mandaba por tonterías que se le olvida a la tienda solo para joderlo y hacer que bajara por las escaleras vestido de una linda chica tan candente como solo él podía serlo, como él se veía en el espejo después de su obra maestra como maquillista profesional, y su madre no paraba de tomarle de fotos para su álbum de "momentos divinos de mi terroncito"... como odiaba de esa mujer tan extremadamente dulce y fuera de sus cabales.
Aún recuerda la primera vez después de ese error. Una gabardina, lentes de sol y un sombrero que encontró en la habitación de su madre, junto a la extraña colección de espadas laser de Star Wars botadas en el suelo que tuvo que arreglar al igual que todo el desorden, había marchado por unos Cheesy Poofs con éxito pero a la hora de volver se había topado con el quien no debe ser nombrado que para su mala suerte estaba justo con la cabezota fuera de la ventana por lo que verle fue demasiado fácil para ese pelirrojo desgraciado, lo intercepto para analizarlo de pies a cabeza con una ceja enarcada en alto y una expresión lastimera plasmada en su feo rostro, claro, Eric huyo después de eso, cerrando con un portazo su casa y asegurando cada entrada y salida mientras tiraba de agua bendita que había tomado "prestada" de la iglesia del padre Maxi por si a ese judío se le ocurría visitarlo y sacarle conversación después de la mierda que le había hecho. Lo hizo, pero él ni siquiera le respondió algún toque o el timbre que retumbaba en ecos contra las paredes de toda la casa; ni un insulto había pronunciado ante esa persona tras la puerta intentando sacarle respuestas.
No quería hablarle.
No deseaba verle.
No quería recordar nada de él.
Y sobre todo, no quería tener algo que ver con ese chico. Deseaba que no estuviera en su mente todo el tiempo para torturarlo y dejarlo anonado de la realidad, tal como estaba ahora.
Tres semanas después, con 17 años de edad a un mes de su cumpleaños donde no invitaría a una mosca que no se llamara Kenny o Butters, y recientemente graduado a punto de entrar a la universidad anhelada la cual esperaba ansioso por la mudanza de su departamento para alejarse de la muchedumbre que no hacía más que fastidiarlo pero que al menos esta vez cumplía un papel importante para entretenerlo; pero, este día el entretenimiento no bastaba para alejarlo de estar consternado en una neblina de origen desconocido, justo el día que más necesitaba una concentración innata propia de él.
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Empecemos de cero
RomanceEntrega número 3 de 7... Trabajo en equipo. Si una caricia entre labios lo cambia todo, ni pensar lo que haría la primera vez en el roce de las pieles en la pasión desenfrenada de hacer el amor... Es el colmo. Solo fue una vez y se prometió que...