Querido lector, esta no es una historia como otra cualquiera. No es una historia para todo el mundo. Es una historia llena de pasión, inocencia, poca moralidad y mucha maldad. Si estabas buscando la típica historia de chico malo conoce chica buena y cambia por ella, cierra esta novela inmediatamente, estas en el sitio equivocado. Si por otra parte tienes una mente abierta, astucia y disfrutas del morbo que, indudablemente, tiene el lado oscuro, bienvenido, toma asiento.
Volamos sobre la isla de Manhattan, con una visión perfecta del mundo bajo nuestros pies, calles repletas, vidas ocupadas, hombres trajeados, mujeres pegadas a su teléfono móbil y a su perro enano. Ninguno levanta la vista siquiera para cruzar la calle, sus miradas nunca se encuentran. Pero volemos un poco más allá, detengámonos sobre la Quinta Avenida, nuestra historia comienza aquí, solo tenemos que asomarnos a una ventana.
Una terapauta que ronda los 50 está sentada en su escritorio, tomándo notas. Sobre su escritorio podemos encontrar libros de Jung, Freud... ah, y el suyo propio. Muy modesto. Un joven la mira impaciente sentado al otro lado del escritorio.
La terapeuta habla mientras continua tomando sus notas:
-Dios santo. Hemos estado teniendo estas sesiones durante 6 meses.
-Lo sé.
-Y no has mostrado ni el menor atisbo de mejora.
-Lo sé.
Harry saca una caja de tabaco del bolsillo interior de su chaqueta y se coloca un cigarro entre los labios.
-No se fuma en la consulta -le reprende la terapeuta sin levantar la vista del papel ni por un segundo.
Harry la observa con un asomo de sonrisa en su cara y guarda el cigarro, la doctora Greenbaum termina sus notas y le mira fijamente con semblante serio.
-¿Qué quiere que le diga? ¿Que siento remordimientos por las cosas que hago? Porque la verdad es que no.
La doctora sacude la cabeza con un gesto de reprobación y vuelve a tomar notas.
-Mire, no soy como los otros chicos de instituto. No me importan las asignaturas ni los créditos para la universidad. Los profesores son borregos de todos modos. La única salida que tengo son las mujeres. Ves una chica que te gusta, la tientas, la conquistas y te marchas. Es excitante.
Harry la mira fijamente, provocador, pero la doctora no levanta la mirada de sus notas.
-Dijiste que tienes una mala reputación.
-La tengo.
-¿No quieres cambiar eso?
-Dejeme decirle una cosa doctora. -Greenbaum levanta la mirada ante la intensidad con la que pronuncia esas palabras- Las chicas adoran a un chico con mala reputación. Dicen que no, pero no es cierto. Todas ellas creen que van a ser esa chica que "me salve". El truco está en dejar que crean que es cierto.
El rostro de la terapeuta se endurece cuando habla:
-El tiempo se ha terminado.
-¿Nos vemos la semana que viene?
-No, esta ha sido nuestra última sesión. El fin de semana comienzo una gira por norteamerica para promocionar mi libro -Coge orgullosa el ejemplar de "Como criar al hijo perfecto" que tiene sobre su mesa- Estaré fuera durante 6 meses, además no creo que estas sesiones hayan dado ningún resultado satisfactorio, y odio perder el tiempo.
Harry la mira herido.
-¿Por qué? Me gusta pasar tiempo con usted. -se acerca al rostro de la terapeuta, observandola fijamente con una mirada seductora- Es muy atractiva para su edad. Tiene unas piernas preciosas, me gustaría fotografiarlas.
-Esto no es una broma -le reprende la terapeuta sin disimular sus irritación- Tus padres gastan mucho dinero para que tú puedas venir aquí. Trato de ayudarte.
-No sea insegura, usted me ayuda realmente doctora Greenbaum. -dice Harry seductor mientras toma el libro de Freud- ¿Sabe que era cocainómano?
-Crees que puedes llegar aquí con esa adorable sonrisa en tu rostro y tratar de ligar conmigo, pero no funciona Harold.
-Sí funciona doctora Greenbaum -contesta juguetón.
-No, no funciona. Sé como eres en realidad.
-¿Lo sabe? -pregunta con falsa sorpresa.
-Espero que madures y pases esta fase arrogante. Va a meterte en problemas. -dice la doctura con dureza.
-Bueno, no tiene que ser grosera doctora. -dice Harry, luego estira el brazo y gira una fotografía del escritorio en la que aparece el rostro de una joven preciosa, de larga melena rubia, ojos azules y una enorme sonrisa.
-Es mi hija Rachel.
-Sexy.
-Ni lo pienses Harold. Rachel es una jovencita excepcionalmente colocada en la sociedad que irá a Princeton en otoño. Es demasiado inteligente como para dejarse enredar en tus juegos.
-Jamás intentaría algo así doctora, la respeto demasiado.
El telefono del despacho suena.
-Adiós Harold.
Harry se pone sus gafas de sol y se marcha.
-Imbécil -susurra la doctora antes de atender el teléfono.- ¿Buenos días?
Al otro lado de la línea se encuentra la joven Rachel llorando desconsoladamente.
-¿Mamá?
-Cariño, ¿estás bien?
Rachel se deshace en lagrimas e hipidos.
-Me dijo que me quería y le creí, soy tan estúpida. -sigue llorando desconsoladamente.
-Esta bien cielo, calmate, respira profundamente, sal del circulo de malas vibraciones.
-¡Déja tu mierda psicológica mamá, hay fotografías mías en internet!
Podemos observar desde el ordenador de Rachel una página web en internet llena de fotografías de la joven desnuda en el despacho de su madre con el título: Como criar a la zorra perfecta.
-¡POR EL AMOR DE DIOS! ¿COMO HAS PODIDO SER TAN ESTÚPIDA?
-No lo sé mamá, él era tan encantador. Dijo que tenía unas piernas preciosas, que le gustaría fotografiarlas y las cosas se me fueron de las manos.
La doctora Greenbaum arroja el teléfono contra la pared y sale corriendo del despacho, al otro lado de la linea Rachel sigue llorando desconsolada. Corre hacia un balcón y observa a Harry bajando las escaleras elegantemente.
-¡TÚ HIJO DE PUTA!
El joven se da la vuelta y la mira con una preciosa sonrisa, desafiante.
-¡VAS A PAGAR POR ESTO PEDAZO DE MIERDA, ESCÚCHAME BIEN!
La multitud de gente que pasea por la Quinta Avenida la mira con el ceño fruncido y continua su camino.
Harry le guiña un ojo, se da la vuelta y desaparece entre la multitud.