11 de Noviembre del 2038 - 07:00 AM , DETROIT - Estado de Michigan

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Sabían que había mucho que contar. Acordaron en silencio tomar el coche de Hank hasta su casa, apetecía ponerse a resguardo del implacable clima invernal. La ciudad de Detroit había vivido días más llenos de ajetreo, pero nunca tan rebosantes de humanidad. Las calles, los edificios, el cielo... rezumaban un fresco toque nunca antes experimentado, aunque los suburbios no fuera la zona más adecuada para describir de la urbe.

Todo estaba vacío, si acaso veías uno o dos perros y gatos temblando cerca de los contenedores de basura repartidos en esquinas apartadas. La evacuación de los residentes seguía en marcha, aunque desde las 12 de la noche que se había producido el comunicado la mitad de la población ya se encontraba seguramente en el otro lado de la frontera. Era un hecho que se había visto venir de lejos, la prudencia innata en los humanos determinó sus acciones incluso antes de que se produjese la revolución. La Presidenta de los Estados Unidos estaría reunida con los dirigentes de otros partidos y potencias del poder, si tomamos al pie de la letra sus declaraciones de hace unas horas.

Jericó... en esos momentos celebrarían la victoria, a la par que darían sepulto a los compañeros caídos en la revuelta. Cada uno de los integrantes buscó su destino, lo persiguió y lo terminó encontrando. ¿Dónde estarán? De un modo u otro, se encontrarían con sus seres amados. No cabe duda.

- Lo has hecho bien, Connor – no era por romper el silencio, lo dijo henchido de orgullo. El aludido, desde el asiento del copiloto, prestó atención mientras seguía mirando el paisaje que avanzaba veloz ante ellos – Hasta hace tan solo unas semanas nunca me hubiese imaginado que pudieras enfrentarte a... todo esto – levantó dos dedos del volante y los dejó caer de nuevo en la misma posición - . Tienes más huevos que cualquier humano que haya conocido en comisaría, créeme, y no solo por conseguir darle una hostia moral a los humanos... sino por desafiarte a ti mismo.

Connor, mirando disimuladamente a Hank de vez en cuando, estaba indeciso entre si decir algo o no. Descubrir que tu mundo es más grande de lo que te imaginabas y luchar contra quién eres no le parecía un cambio tan impresionante, solamente sucedió como si fuese cosa del destino. A esas alturas, las emociones le seguían siendo confusas y poco previsibles, imposibles de manejar o entender, ¿cómo debía actuar a continuación? ¿qué decir? La empatía parecía un reto complicado.

- Teniente... - el coche frenó paulatinamente ante la vivienda de Hank, sin ningún cambio más que la nieve apilada sobre el tejado, en mayor medida.

- Ya no hace falta que me llames por mi cargo, nuestros puestos de trabajo están probablemente perdidos.

Subió la palanca del freno de mano y destensó la espalda contra el asiento. Ahora que se daba cuenta, habían recorrido todo el trecho sin más acompañamiento que el viento chocando contra el cristal delantero. Tomó aire por la nariz sonoramente, con los ojos clavados en el horizonte.

- Hank – reanudó, esta vez enfrentándole – ¿cree que nuestras decisiones han sido las correctas? No puedo parar de pensar en todas las posibilidades que podrían haber sucedido, o si lo que hemos hecho ha sido la mejor opción entre ellas. Hay cosas que se podrían haber evitado, bajas que podrían no haberse producido o...

- Respóndeme a esta pregunta – le cortó - ¿hay alguna opción en tu sistema que te permita viajar atrás en el tiempo?

- No, que yo sepa.

- Pues entonces toca joderse – zanjó socarrón - . Personalmente, estoy contento con el camino que hemos elegido, al fin y al cabo hemos seguido nuestras elecciones. Puede que no sea el más adecuado para decirlo, pero hay que tragarse tanto las cosas malas como las buenas: en eso consiste la vida. Si empiezas a darle vueltas a lo que podría haber sido y lo que no... bueno, pues acabas como yo.

Basta de Alcohol por HoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora