IV (Editado)

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Aquel fin de semana Lisa observo como los minutos pasaba con lentitud mientras su madre se alejaba cada día más y más de ella. La felicidad que había rodeado a su madre aquel viernes en la tarde se había evaporado para darle paso a una ansiedad, un sentimiento de opresión que de alguna manera reinaba en toda la casa. Opresión que acompañaba silencio, silencio que iba de la mano con la desesperación. Lisa intentaba concentrarse en sus deberes, pero cuando hubo terminado de estos no había nada que le ayudara a mantenerse cuerda. Era gracioso que los momentos en los que tenían a Miriam lejos, eran aquellos en los que la presencia de su tía más reinaba. Como un dios omnisciente mirando desde los cielos, Miriam Daza siempre sabía lo que su hermana tenía en mente.

William. El nombre de su padre danzaba en su cabeza. Se preguntó si algún día podría conocerle. Se imaginó en sus brazos, se imaginó protegida. Por alguna razón el hecho de saber que él compartía su mismo poder le hacía feliz. Sin embargo, había algo creciendo dentro de ella. Un sentimiento que le oprimía el corazón, un sentimiento de dolor que crecía y crecía. Acompañado de rencor. Su enojo era tan grande en contra de Miriam, esa mujer tan egoísta y controladora.

Donde sea que iba en la casa se escuchaban pequeños temblores, el sonido de cuadros y objetos que tomaban vida propia para atormentarla. Helena observaba en silencio, sin saber como controlar la situación. No había nada que pudiera hacer que hiciera sentir a Lisa bien sin ir contra la voluntad de su hermana. Miriam podría ver en cualquier momento lo que ella hacia si así lo quería, eso no le dejaba muchas opciones.

El lunes en la mañana Lisa esperaba a su madre dentro del auto, llevaba unos 2 minutos allí repasando unos apuntes. Fue en ese momento en el que sintió la misma sensación de la semana pasada, cuando se sentía observada. Miro hacia todos los lados atreves de los espejos retrovisores, pero no había nadie allí. Se golpeó la cabeza con las manos intentando sacar ese estúpido sentimiento de su cabeza. Era su imaginación, estaba claro. Nada más que eso, todo el estrés de las semanas pasadas, todas las situaciones con sus compañeros y su familia la estaban llevando a la locura. Las pesadillas, su entorno, su casa, y la escuela, todas esas cosas le estaban llevando a la locura.

– He estado pensando que deberíamos hacer un pequeño viaje –Helena observó a Lisa esperando una respuesta, pero esta continuaba observando algo en la parte de atrás–. ¿Qué buscas, Lisa?

– Nada.

– Te decía que deberíamos hacer un pequeño viaje –Helena sonrío de oreja a oreja, lo que hizo que Lisa se preguntara como su madre podía ser tan despreocupada.

– Claro, mamá –su madre continúo sonriendo mientras ponía el carro en marcha y continuaba hablando por los codos hasta que llegaron a la escuela.

– Tu tía regresa esta noche –dijo antes de que Lisa saliera–. Hagamos como que nada sucedió el viernes, ¿vale? –ella asintió–. Será más fácil, cariño.

Salió del auto sin decir cosa alguna, sin expresar algún gesto. Aquello no seria más fácil, todo lo contrario. Lisa había tomado una decisión, una difícil pero estratégica. Dejar las cosas por ahora, pero no dejarlas del todo. Necesitaba descubrir lo que estaba pasando, necesitaba saber todos los secretos que su familia escondía y que vivían a su alrededor. Haría todo lo que estuviera en sus manos para averiguar que era ella y donde estaba su padre.

– ¡Lisa Daza! –una sonrisa se pintó en su rostro cuando escucho esa voz detrás de ella.

– ¿Cómo estas, Andrés? – el se acercó a ella, le saludo con un beso en la mejilla y continuó a su lado como si hiciera eso todos los días.

– Me siento bien –dijo sonriendo–, ¿alguna vez has tenido esa extraño sentimiento de felicidad sin motivo alguno? –ella lo medito un segundo, la verdad era que nunca le había pasado algo así, no recordaba la ultima vez en la que se había despertado y lo primero que había pensado era algo bueno. Aquello no le gustó a él, todos se merecían ser felices, pero decidió simplemente ignorarla y hacer como que le creía cuando ella asintió–. Bueno hoy es uno de esos días, me siento bastante bien.

Pottens I: El Secreto de los Clanes (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora