1.

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Ángeles y demonios entré nosotros.

🐝

Dean disfrutaba de ser un demonio, realmente eso no le molestaba en lo absoluto. De echo era una existencia tranquila para el, incluso tenía una cabaña, a la cual escapaba, cuando el infierno se ponía muy pesado.

Ser amigo del jefe tenía sus ventajas. Pues Crowley no le jodía si no era necesario. O si no pasaba mucho tiempo ausente.

El rubio no podía negar que aún había algo humano, flotando dentro de él. Quizás por eso estaba apegado tanto a aquella cabaña. Y no le era problema camuflarse entre los humanos del pueblito más cercano.

Aún que eso no quería decir que le gustase la compañía, de echo, por eso mismo adoraba su cabaña. Estar en el bosque le daba el beneficio de la privacidad y de la soledad.

O eso pensó. Pues nunca se le ocurrió que alguien quisiera pasear por los bosques. No en plena época donde los cines y las discos estaban en su apogeo. Donde la buena música fue creada, bandas como Led Zeppelin y demás obras de arte.

Pero hay estaba. Un tío de cabello negro rondando por su bosque. Mas específicamente, por el rio.

Al principio Dean creyó que estaba perdido. Lo observó de lejos, hasta que se dijo que no era su asunto.

Pero el hombre permaneció allí, o más bien aparecía por allí. Perecia admirar lá natureza, como si fuese la primera vez que la tenía a su alcance.

Tocaba el agua con cuidado, al igual que a las hojas o los incestos que se encontraba.

Cuando menos lo pensó, Dean se encontró espiando al extraño. Cuya curiosidad le perecia llamativa. Y se dijo a el mismo que estaba bien, siempre y cuando no interactuara con el.

Claro que se olvidó de eso, al momento en que el chico sacó un pez del rio. Por que, bueno, Dean se vio obligado a intervenir.

Cuando salió de detrás de las plantas, se vió amenazado con una espada en su garganta. Mas precisamente una espada de angel.

Eso le dio sentido al asunto.

— espera, espera — murmuró rápido, con lentitud intento tomar el pez, pero el ángel lo abrazó a el, receleso, con una mano, mientras la otra seguía amenazando lo. — se morirá — aclaró Dean. El ángel pereció interesado entonces. Y no muy convencido, le dio el pez al rubio, quien se alejó hasta el río y lo metió en el agua.

Cuando volteo el ángel lo miraba con una especie de puchero y el ceño fruncido, aún empuñando el arma hacia el.

— lo perdiste — acusó, dando un paso hacia el demonio.

— lo estabas matando — explicó Dean.

El ángel lo miró entre interesado, defensivo y ofendido. Dean quiso reír, era uno de esos amplumados que recién tenían permitidos bajar a la tierra. Eso explicaba la curiosidad.

— yo no hacia tal cosa — habló el ángel, con seriedad.

—¿Sabes que los peces viven en el agua por un motivo, no? — cuestionó el demonio con burla.

El ángel pereció pensarlo un poco, hasta que vió la lógica.

— el no puede estar en la superficie — murmuró, comprendiendo algo tan natural, como si fuese una gran revelación.

Dean sonrió.

— bien — felicito, dispuesto a marcharse, pero el ángel lo volvió a apuntar con seguridad.

— no puedes irte. Puedo ver tu verdadero rostro. — susurro, dándole a entender que lo mataría.

Por alguna razón eso no alteró a Dean, quien corrió la espada, de su cara, con tranquilidad.

— ya, bueno, yo también puedo ver algo en ti — confesó.

El ángel le miró con atención.

—¿Qué cosa?.

— curiosidad — contesto risueño. — y nisiquiera has visto las cosas realmente interantes de aquí.

El ángel bajo la espada.

—¿Que cosas? — preguntó. Dean lo observó unos momentos, hasta que finalmente le sonrió.

— venga — ánimo, comenzando a caminar.

El ángel dudo un poco, pero la curiosidad picaba en el, además, el era un ángel poderoso, podía contra un simple demonio.

Siguió al rubio, hasta divisar una cabaña, pero aún así el demonio no paró, siguió de largo, llendo tras la casa.

—¿Que es esto? — preguntó el ángel, al ver diversas cosas llamativas en una mesa.

—¿Sabes lo que es dibujar?— cuestionó Dean, tomando un pincel. El ángel asintió. —¿Alguna vez has dibujado?.

— no. Pero he visto a los humanos hacerlo.

El rubio río.

— toma algo de pintura y ven — ordenó, con el pincel en la mano y una lata de pintura verde.

El ángel tomó una lata amarilla y una brocha un poco más grande, hasta posicionarse a su lado, con cierto recelo claro. Dean negó con diversión, entonces mojo la brocha y la pasó por la pared trasera de su cabaña.

Una vez terminó su dibujo, miró al ángel con cierta altanería.

—¿Que es eso?— cuestionó el de ojos azules.

—¿Como que...?. Es una abeja — aseguró, un poco ofendido.

El ángel inclinó su cabeza.

— no, no lo es.

Dean miró su dibujo y luego miro al ángel, quien lo miraba con inocencia.

— si lo es, tu por qué eres un emplumado y no sabes de esto — dijo a la defensiva. — a ver, inténtalo tu — retó.

El ángel miró las cosas en sus manos y un poco inseguro mojo la brocha. Dibujo con esmeró la pared, manteniendo la calma. Cuando terminó se apartó un poco, admirando su creación, antes de observar al rubio.

— eso no es una abeja — se quejó.

El ángel miró de nuevo a la pared.

— tu abeja no es mejor — respondió.

Ambos se miraron en un especie de retó silencioso. Hasta que Dean suspiro.

— pues veamos — murmuró, dejando la pintura en la mesa y caminando hacia otro lado. El ángel imitó la acción, siguiendo curioso al demonio.

Quien camino un poco, hasta que halló lo que buscaba, flores, entonces se agachó mirando con atención, a su lado, el ángel también se inclinó, estando a la altura del demonio.

Iba a preguntar que hacían, cuando sus ojos captaron una abeja revoloteando. Emocionado miró al demonio, quien sonrió.

— yo digo que yo le acerté más — aseguró. El ángel miró a lo lejos la pared.

— mí abeja tiene aguijón — comentó. El rubio frunció el ceño, mirando la pared.

Entonces hizo una mueca.

— bueno si, pero... Yo le puse sus ojitos — defendió.

El de ojos azules estuvo a punto de responder un 'yo también', cuando cerró la boca y se puso de pie.

—¿Qué pasa? — preguntó el rubio, también levantándose.

— tengo que irme — contesto, manteniendo contacto visual con el demonio.

— soy Dean, por cierto — murmuró el rubio.

El ángel dudo un poco.

— Castiel — susurro, entonces el sonido unas alas se escucho y el ángel ya no estába.

The ángels and demons. [Destiel].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora