11.

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El pecado de la unión.

🐝

Tras su confección, Castiel aguardo en silencio, mientras el demonio le miraba. De pronto y sin palabra alguna, Dean corto el espacio que les separaba, reclamando sus labios.

Por instinto el ángel lo rodeó, abrazando sus anchos hombros, mientras su boca era tomada con delirio.

Las manos del demonio acariciaron sus costillas y caderas, aproximando al ángel más hacia el, provocando una fricción entre sus entre piernas.

El demonio gimió, entre el beso, temblando por el deseo. El ángel se hallaba confuso, incapaz de describir las emociones que experimentaba. Sentía llamas en su vientre, que subían hasta su corazón, quemandole. Sus pulmones se ahogaban en el fuego de la creciente pasión. No dolía, era aficciante y sofocante, de una buena manera. Era éxtasis, provocada por unas superficiales caricias.

Y Castiel se sentía bien. El quería más. Sentía que se deshacía entre las manos del demonio, cada roce, cada suspiro. Mientras lo desvestia.

Finalmente Castiel quedó en camisa, mientras Dean quedaba con sus pantalones. Las manos del ángel viajaron por el torso, sintiendo la piel bajo las yemas de sus dedos. Quería guardar esa sensación por el resto de su existencia.

Dean tembló ante las manos ajenas. El beso fue interrumpido entonces, mientras el rubio se apartaba, sólo un poco, tomó la mano del ángel, besando sus nudillos en una muda adoración. Jamás había amado tanto y simplemente no sabía que hacer con ello, con esa sensación burbujiante y cosquilluda en su pecho. El necesitaba decirle al ángel, necesitaba confesarle sus emociones.

Pero cuando levantó la vista y lo vio frente a el, tan tierno y feliz, con aquella pequeña sonrisa. Dean sólo pudo suspirar, quedándose sin palabras.

Fue entonces cuando supo que dios existía.

Siempre lo había dudado, pese a saber que tanto el cielo como el infierno existían. Siempre creyó que eran algo salido de la nada. Que no había un dios; pero ahora estaba Castiel, frente a el, entregandose.

- dilo - pidió el demonio en un susurro, agachando su mirada - repitelo - rogó, mirando al angel entre sus pestañas.

El ángel dio unos pasos hacia el y susurro en su oído un suave 'te amo', para luego buscar sus ojos.

- Dean - suspiro el ser celestial, el demonio, entonces, tomó su rostro entre sus frías manos.

- podemos parar, si es lo que quieres - murmuró dándole besos en la mandíbula, antes de mirarle con una pequeña sonrisa - yo ya soy feliz. - le confesó.

Castiel entonces se inclinó, besando sus labios con timidez, al separarse le sonrió como el demonio sonreía.

- hagámoslo - solto risueño, con aquella sonrisa adornando su rostro - quiero hacerlo, quiero que el mundo y todo desaparezca. Y solo estamos tú y yo, en esta cabaña.

- en nuestro hogar - corrigió Dean, también risueño.


Castiel asintió, mordiéndose el labio inferior con ansiedad.

- en nuestro hogar - soltó con ojos brillosos.

The ángels and demons. [Destiel].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora