5.

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Pasos de baile.

🐝

No era la primera vez que Castiel y Dean escuchaban música juntos. De echo era una de sus actividades favoritas, eso y mirarse a los ojos.

Pero esta vez era diferente, por qué, para empezar, Dean había acabado uno de sus nuevos libros. Uno de esos que había comprado recientemente.

Hábito que había adoptado desde la muerte de su hermano. Por eso su biblioteca era tan amplia.

Sin nada que hacer, Dean se dispuso a observar, desde el sofá atentamente al ángel, tratando de memorizar sus rasgos. Como sus pestañas cubrían vagamente sus azules ojos, mientras Cas se concentraba en cada párrafo del libro que tenía en sus manos.

Para este punto. El demonio podía reconocer, íntimamente, lo enamorado que estaba del ser celestial. Y es que, su existencia era tranquila, pero desde que el ángel forma parte de ella, es buena.

He allí la diferencia.

Movido por un pensamiento que salió de la nada, se puso de pie, encendiendo la radio. La música de vals indundo la cabaña y Castiel levantó la vista del libro, con curiosidad. Haciendo que Dean sonriera.

— baila conmigo Cas — pidió, con voz suave. Mientras sus ojos verdes se volvían negros.

— no se bailar — respondió el de ojos azules, poniéndose de pie.

Dean negó, mientras las palmas de sus manos se tocaban en un roce inocente, hasta que el demonio entrelazó una de sus manos.

— no importa — murmuró, guiando los brazos ajenos detrás de su cuello y sosteniendo con las suyas las caderas.

Había una distancia prudente entre ellos, aún que sinceramente ambos querían acortarla.

Dean inicio el baile, indicando el primer paso, mientras Castiel miraba sus pies, tratando de seguirle. Y creyó estarlo logrando, hasta que pisó a Dean.

— lo siento — se disculpó, levantando la cabeza y mirándole a los ojos. El demonio sonrió, atrayendolo hacia el.

Logrando que estuvieran abrazados, mientras se mecían al ritmo de la música. Nuevamente estaban creando una burbuja propia.

Bailaron toda la tarde, hasta que la dolieron los pies. Sobretodo a Dean, el cual fue víctima de múltiples pisadas. Pero este no le tomó mucha importancia.

Al atardecer, se acurrucaron en el sofá, con una manta ensima de ellos, tapando los del frío de otoño. Estaban disfrutando de ese momento de silencio, cuando de la nada, Castiel se levantó.

— tengo que irme — anuncio el ángel, tomando sus cosas.


Dean asintió, dejándolo irse. Cuando el ángel desapareció, el rubio sintió la cabaña más fría.

The ángels and demons. [Destiel].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora