¿Cortarás hilos después de romper promesas? #3

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Aquellas palabras... ¿había oído bien aquellas palabras? ¿Que Ho Seok había hecho qué?

Me levanté de golpe, tirando la silla en el acto y dejando estupefacto al más bajo por el gesto.

Todo lo que le había costado a Chang Kyun mantenerme la cabeza ocupada en algo que no fuese mi preocupación por Ho Seok, se volvió en balde de golpe.

-No, no, no -negué con brusquedad-. Es una broma, ¿verdad?

Los pensamientos en mi cabeza circulaban a toda velocidad, una tormenta de emociones negativas, de angustia, del terror más absoluto, vaciándose en mi cerebro con una crueldad inusitada.

Con nerviosismo, temblándome las manos, recogí la mochila del suelo con toda la prisa que pude.

Necesitaba salir de allí, necesitaba ir a buscarle. Necesitaba, necesitaba, necesitaba. Eran tantas palabras las que articulaba mi cabeza que apenas era capaz de seguirles el hilo. Solo tenía ganas de abandonar corriendo el lugar y buscarle, no me importaba volver a correr hasta desmayarme, volver a mojarme, volver a sentir un dolor insoportable en mis músculos al día siguiente. Ho Seok no podía haber dejado las clases, no podía haberme abandonado de esa manera sin explicación.

Mientras mis nervios estaban comiéndome desde dentro, dejándome con poco o ningún juicio, con menos criterio que un pobre animal salvaje, mi mejor amigo se levantó con todas las prisas que pudo a tratar de detenerme, porque sabía mejor que yo cuál sería mi actitud tras haber escuchado aquello.

-Joo Heon, Joo Heon, espera -me agarró, buscando sujetarme.

Todo el comedor nos miraba sorprendido. Ni uno de los presentes entendía por qué yo estaba actuando de esa manera de golpe. Su curiosidad contrastaba con mi terror, con mis ganas de desaparecer.

No entendía en qué momento todo se había vuelto tan complicado; y nadie consiguió pararme cuando abandoné el instituto con prisas y con las mismas prisas me acerqué corriendo hasta su casa.

Había corrido más en los últimos días que en todo el año, y todo por él. Nadie me había dicho nunca que enamorarse pudiese resultar tan agotador. 

¿Cómo era posible que todo fuese tan difícil? Me había quedado prendado de él porque las cosas resultaban más sencillas a su lado, porque era la persona más inocente que conocía, una persona a la que quería proteger a toda costa. 

Era tan ingenuo que era difícil no aprovecharse de él. Resultaba divertido verle enfadarse o asustarse por cómo chillaba, por cómo empezaba a hablar y cogía tantísima carrerilla y ceceaba hasta el punto de que, al final, no se le entendiera nada. Yo pensaba que las cosas serían fáciles con él. Que tendríamos discusiones simples, conversaciones simples. Conversaciones dulces. No que tendría que preocuparme de que llegara a herirse, aunque no fuera físicamente.

Me pregunté cuántas cosas se habría callado, cuántas cosas se habría guardado para sí que se habían hecho más y más grandes hasta estallarle en la cara a él y, como daño colateral, a mí también.

Toqué al timbre mil veces; le llamé al teléfono, tanto al de casa como a su móvil, otras mil, hasta que incluso perdí la cuenta.

No respondió a ninguna de ellas, incluso cuando las ventanas abiertas en el frontal de la segunda planta de la casa evidenciaban que estaba allí, porque él no era tan irresponsable como para haberse ido dejándolo todo abierto de esa manera.

Que me estuviese evitando me dolió más que no verle. Me había mentido, me había engañado, ¿cómo era eso posible? Me pregunté de nuevo por qué las cosas tenían que ser tan complicadas entre nosotros últimamente.

Deshilachando vínculos » Wonheon. MONSTA XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora