CUATRO

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Poco a poco las cosas de JinHwan aparecían en su apartamento; una guitarra, teclado, micrófono, ropa en el suelo, libros, tazas, etc. Se quedaba a dormir ahí y en ocasiones al regresar de las pláticas con el psicólogo se metía en su espacio. Intentaba preparar comida, que JunHoe recibía gustoso al regresar de las largas jornadas. Era extraño, todo era bastante raro si lo pensaba en las noches que JinHwan se acostaba con él. No había nada sexual de por medio, solo charlas acerca de cuestiones baratas. Los acercamientos no existían y podía casi rayarlo en algo inocente si no fuera por las pláticas de temas inadecuados.

Solo estaban muy cómodos de esa manera.

A veces JinHwan se acurrucaba en su pecho para poder conciliar el sueño, y JunHoe lo rodeaba con sus brazos. Todo tenía un porque, las cosas andaban como un engranaje perfecto. Quizá se estaban acostumbrando a su compañía. Pues en las mañanas para ir al trabajo, JinHwan le preparaba un café. Le pedía dinero para llenar su refrigerador, regresando de las visitas con el psicólogo con bolsas de los básicos del hogar. Cada mañana había un nuevo instrumento en la sala. Hacia experimentos en su cocina, se miraban de reojo mientras leían. Creaban sus propias bromas que nadie más entendería. JinHwan jugaba con el cabello de JunHoe, enredaba sus finos dedos entre las hebras oscuras. Cantaba y hacia todo un show que le sacaba carcajadas a JunHoe. Le ayudaba en el jardín a regañadientes, para terminar por bailar en el kiosco. JunHoe descubrió que era bueno bailando ¿Qué no se trataba solo era un músico? Lo encontró como una cajita de sorpresas. Un tanto tierno al ser muy bajito (ito) con rasgos muy suavecitos (itos). Ya no se trataba del desvergonzado JinHwan que hablaba demasiado acerca del sexo. Ahora era el JinHwan más libre que hablaba de sus gustos, que intentaba devolver el favor de dejarlo quedarse.

JinHwan era humano.

—No le agradas a DongHyuk —coloco una taza humeante en la mesita —Cree que eres una enorme contradicción. Se justifica con que soy una molestia para ti ¿Acaso lo soy? — ladea su cabeza.

—Sé que no le agrado. Y no me molestas, me ayudas ¿A quién le enfadaría alguien que lo apoya? — se encoge de hombros, toma la taza.

—Me gustas — JunHoe detiene el camino de su taza —Por el momento solo me agradas ¿Estas consciente de lo peligroso que es eso? De verdad me siento muy cómodo estando contigo. Me gusta platicar contigo, tratar de preparar la comida, acurrucarme entre tus brazos — un leve rubor en sus mejillas lo traiciona —Además, sé que DongHyuk te hablo de mi pasado. No me has juzgado por esa razón. Tampoco me has insinuado algo más ¿Sabes que eso se puede resumir como un ensueño? Me respetas, June, me tratas como una persona.

—Eres una persona ¿Qué esperabas? — toma un trago de café muy rápido, quemándose la lengua.

—Idiota.

JunHoe estaba más alegre que de costumbre. Destellaba buena vibra que desagradaba a unos cuantos, y animaba a otros. En el trabajo se mantuvo fresco, tipeando con singular alborozo. La razón era bastante obvia, pero no lo expresaría en los pensamientos claros debido al temor de caer demasiado por Kim JinHwan. Estaba tan presente su sonrisa, el lunar en forma de corazón, el miedo a sentir, la declaración con saber a café mañanero. Su voz cantando desde el coreano hasta un español un poco roto. JinHwan era del tipo que te absorbía con su belleza tenue, honestidad desbordante. Problemas mentales en los dobladillos de la ropa, los ojos cansados, manos pequeñas, cabello alborotado. JunHoe cedería ante sus encantos, se dejaría maniobrar por un romance con toques adolescentes. Si, JinHwan podía ser correcto.

"¿No te avergüenza lo que eres?"

El sábado al regresar a casa, se encontró con YunHyeong en la acera. Llevaba una bolsa de plástico con cervezas y una sonrisa grande al verlo llegar. Se aproximó un tanto sorprendido por la visita inesperada. Su amigo solía mandarle mensajes si es que iba con él, y esta vez simplemente hizo su aparición.

AberraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora