FINAL

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Nadie está completo, todo se encuentra medio roto, medio vivo, las cosas están hechas a medias. JunHoe creía que vengarse de JinWoo por la humillación era suficiente, pero al haber terminado la labor, no pudo evitar sentir un gran peso ¿Por cuánto tiempo pagaría? Por los reclamos de su madre, la vergüenza, el dolor que le causo a HyunJin al vivir una fantasía, usarla como si se tratara de un accesorio que aseguraba esconder su verdad. El pecado de ser homosexual y poeta. Lagrimas por doquier, palabrerías e injurias; a veces le parecía un poco irónico que la manera en que pagaba por su errores era por medio del mismo pecado ¿Si lo dejaba simplemente todo se borraría? Intento acoplarse. Ahora debe ir de rodillas a casa de sus padres para clamar perdón de un hijo no deseado, de los nietos que nunca les podrá dar. Pero también quiere disculparse por las estúpidas leyes, etiqueta, supuesta moral. Deseoso de escribir versos se escondía en su recamara, ansioso de destacar se sumergió entre un compás de ejército que iban todo al mismo andar, acatando reglas sin cuestionarlas. Las cosas estaban bien, mientras que todo se mantuviera en su sitio.

En ocasiones causamos daño sin percatarnos de las heridas que van dejando. Decidimos desnudarnos para gritar a los cuatro vientos nuestra propia revolución, algunos aplauden nuestros actos y presurosos se unen al movimiento esperanzador. Otros prefieren mantenerse desde lugares seguros, criticando al primer movimiento en falso, mientras sus hijos van cayendo sin remedio alguno. JinHwan suponía que el trato era simple, que la belleza y juventud se le escaparían, que estaba listo para el placer de quienes pidieran un poco. Mas no confiaba en sus manos traviesas, no estaba cómodo en sus maneras, todo empezaba a deteriorase su cuerpo se llenaba de cicatrices difíciles de borrar, y su estabilidad estaba por la borda de algún estado posible. Las cosas no eran tan simples como suponía en un comienzo. Era de hecho más abstracto de lo imaginado, y supuso que todo lo bueno debe tener dos monedas, que nada está hecho para la perfección. Pero como cuervos, ellos se fueron llevando lo poco que iba quedando, sus sueños fueron destruidos en los segundos que decidió coquetearle a aquellos hombres. La música que lo mantenía vivo, se fue coloreando en monocromía, y los sabores no tenían sentido, nada lo tenía.

Estaban conscientes de que ninguno podía reparar al otro, lo único que funcionaba era mantenerse unidos mientras todo sanaba. Reposar en el jardín secreto, en los besos inocentes, con los juegos infantiles, e intentos de cocinar algo juntos. Era el tratamiento más factible por ese tiempo, no era simple, no se trataba de algo que tendría solución en unos días. JinHwan tenía un psiquiatra que visitar, charlas que dar acerca de los traumas enraizados en el corazón. JunHoe tenía que aceptarse como era, dejar de inventarse excusas para no entregarse por completo, y sonreír mientras sostenía en sus brazos a JinHwan. La vida nunca se detendría por un par de chicos rotos, por lo que las cosas continuaban en su propia manera, sin forzar nada a ser.

Eran culpables por muchas cosas, de eso no cabía duda, dañaron a personas y destruyeron a otros. Pero seguramente encontraron su manera, sobrevivieron por el tropezón que fueron en sus vidas. Nadie podía ser por completo de una manera, sus heridas sanarían.

Los hombres casados que contrataron a JinHwan, eran miserables antes de conocerlo. No era el culpable absoluto de familias disueltas, ni una especie de demonio que los incitaba por el mal camino. Esos hombres estaban conscientes de lo que deseaban, y JinHwan no hizo más que mostrarles una verdad, no era de lo peor, ni merecía un mal trato por algo que su familia descubriría tarde o temprano. Así que no, no podían decir que era el terrible incitador, no tenían el derecho ¿Quiénes eran para levantar injurias? Eran solo hechos.

JunHoe no tenía que ser un chico varonil, ni gustarle las niñas. No era su obligación, ni firmo un contrato afirmando que sería de una manera específica solo porque nació con un pene entre las piernas. Escribir no es exclusivamente una actitud de jotos, ni la poesía un pecado de los románticos. Nadie podía decirle o exigirle como es que debe vivir su vida, o las expectativas que debe llenar solo por ser hombre. No era justo encasillarlo por las ideas que tienes las personas acerca de cómo se supone las cosas deben de ser.

AberraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora